Hace más de treinta años, una madre desde Arucas en Gran Canaria fue con sus dos hijos a la Aldea San Nicolás de Tolentino a trabajar y pide al capataz que deje también trabajar a sus niños, entre siete y nueve años, pero no pudo ser porque los inspectores obviamente podían verlos y multarlos. No tuvo más remedio que volverse a Arucas con los niños y la cabra para tener algo de leche para el camino. También llevaba un poco de gofio y algunas pocas monedas. Cuando todavía no habían llegado a Agaete, un camión que venía de Las Palmas, dio la vuelta y los invitó a subirse al camión para llevarlos hasta Arucas.
En Agaete una patrulla de la Guardia Civil, ordena a el camionero que pare el camión para decirle que los niños y la cabra tienen que bajarse porque no pueden ir detrás. El camionero les dice que pueden multar, pero que no piensa bajarlos porque son niños, una madre y la cabra. Los Guardias Civiles les dejó salir y cuando llegaron Arucas, la señora le fue a dar unas monedas al camionero, pero el camionero negó coger dichas monedas y además les dio dinero para comer durante un mes.
Han pasado más de treinta años y los niños han crecido y estudiado. Uno de ellos es ingeniero y ahora falta localizarlos para tomar sus fotos y escribir la segunda parte.
Estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del Ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá.
Por: Juan Santana.
