Descubrí que soy una persona normal porque anoche casi no puedo dormir y desperté con deseos de llorar, pero tengo que sacar fuerzas desde las profundidades de mi alma, para echarle egss y seguir adelante.
Soy un privilegiado con azotea que todos los días tengo la suerte de poder dar cien vueltas como los caballos que están en las cuadras, con éste mínimo de libertad con medida. Cojo la guitarra y arranco a la azotea desde las nueve de la mañana y me pongo a improvisar, mientras las vecinas de en frente están escuchando y moviendo sus cuerpos bailando y aplauden al final.
Hasta hoy aunque parezca mentira me cortaba un poco tocar en la azotea desde esta hora tan temprana, pero confieso que necesitaba hacerlo para descargar mi mal rollo. Miro los correos y tengo muchos saludos, pero son pocos los que saludan de forma personal, porque muchos son babosos saludando en masa con diseños de frases lindas y esas cosas, pero los siento fríos o falsos.
Pero hoy encontré por el correo personal el saludo del amigo Antonio, su padre es un fiel lector del periódico eldigitalsur y justamente me envía una foto de cartas anteriores que las vuelven a leer. Siento obligación de darles gracias públicamente porque ayudaron a seguir intentando ser feliz, porque no queda otra que intentar ser feliz, no hacerlo sería estar totalmente equivocados.
Luego organizo la comida que haré porque estoy enganchado a preparar comidas con buenos sabores. Hoy haré una sopa de cebollas, tomate y papas, con sus ajos y me recuerda a la comida que hacía mi abuela cuando era niño. Hacía este plato de lunes a sábados porque no había otra cosa y era buenísimo. El panadero nos regalaba dos o tres panes de los que no vendía el día anterior, pero todavía estaban comestibles.
Tengo la casa limpia, mi hija le toca planchar y a seguir comiéndonos el coco para animarme y poder animar, porque aburrirse es de no tener Imaginación. Les dejo con la canción improvisada esta mañana con sus errores, pero así fueron las cosas y así se las he contado. Estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá.
Por: Juan Santana.
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