Noticias Tenerife Taiwán, la antigua Formosa, el reino de la eterna sonrisa

Taiwán, la antigua Formosa, el reino de la eterna sonrisa

Diez datos fundamentales para comprender este sorprendente país.

Por. Enrique Sancho.

Taiwán es el “país” más joven de Asia, aunque como tal país apenas es reconocido por dos docenas de otras naciones, sobre todo las de Centroamérica. Se encuentra en la parte occidental del “borde de fuego” del Pacífico y a un salto de la China continental. Los movimientos tectónicos continuos han creado picos majestuosos, colinas y llanuras, cuencas, costas y mil paisajes naturales. Estos son algunios datos que sorprenderán y justificarán la visita a este destino un tanto insólito.

Con más de mil años a cuestas es la más joven de Asia
Conocida como Formosa, así bautizada por los colonos portugueses, la isla y otras cercanas han estado, desde 1949, bajo el régimen político de la República de China el estado que gobernaba toda China hasta el final de la guerra civil entre el Kuomintang y el Partido Comunista de China, cuando este último se hizo con el poder en la China continental. El triunfo de los comunistas de Mao Zedong sobre los nacionalistas de Chang Kai-shek hizo que los seguidores de éste se refugiaran en Taiwán, produciéndose la llegada a la isla de unos dos millones de chinos continentales. Desde entonces ambas naciones se proclaman como la auténtica China y mantienen un cierto equilibrio inestable, sostenido por la atenta mirada de Estados Unidos. Aunque su historia es milenaria, Taiwán huele a nuevo y a limpio, muy limpio. Sus rascacielos parecen recién construidos; su capital, Taipei, recién motorizada (un millón de motocicletas se agolpan como enjambres ante los semáforos); sus carreteras, recién trazadas; sus túneles, recién excavados, y sus cadenas montañosas, recién estratificadas. Parece un adolescente capitalista, cosmopolita y amante de las marcas, aunque con la estética japonesa actual como referencia y las tradiciones chinas en el espíritu.

Taipei desde el cielo y a pie de tierra
Taiwán tiene una superficie de 30.000 kilómetros cuadrados similar a la de Cataluña o Galicia, pero con más de 23 millones de habitantes –cada uno de ellos con una sornisa permanente seduciendo al viajero–, y situada como una de las 20 potencias económicas mundiales. Con 634 personas por kilómetro cuadrado, Taiwán presenta la segunda densidad demográfica más alta del mundo, después de Bangladesh. Para colmo, el 75% de su población se concentra en las ciudades, como Taipei o Kaohsiung; algunas, encerradas entre colinas, crecen hacia el cielo en modernos rascacielos. Su símbolo más destacado es la torre 101 (léase uno-cero-uno), que con sus 508 metros de altura y 101 pisos, permite que sea visible desde muchos puntos de la ciudad y es un lugar habitual de encuentro tanto para los viajeros como para los locales. Fue el edificio más alto del mundo hasta la inauguración en 2010 de la Burj Khalifa de Dubai, de 818 metros. Desde el cielo se contempla a vista de pájaro futuristas construcciones inteligentes que conviven con edificios de estructura arquitectónica clásica china, como el Museo del Palacio Nacional, que acoge una de las colecciones de arte chino más hermosas del mundo (con 608.985 reliquias culturales que fueron sacadas del continente por los disidentes de Mao o donadas posteriormente), o el Monumento Conmemorativo a Chiang Kai-chek, en una plaza faraónica flanqueada por el Teatro Nacional y la Sala de Conciertos Nacional. Ambos son visita imprescindible.


Tecnología puntera… donde menos se espera
Taiwán tiene fama de poseer y ofrecer tecnología de vanguardia en casi todos los campos, buen ejemplo de ello es que aquí se fabrican casi todos los componentes del iphone. Su alto nivel se comprueba a veces en elementos un tanto insólitos. Por ejemplo en hoteles como el Grand Mayfull de Taipei, o el Eastern Plaza Shangrila de Tainan se descubren en los aseos, concretamente en el inodoro. Uno se acerca a la taza del wáter que detecta la llegada del usuario y abre automáticamente la primera tapa; cuando uno se sienta en la segunda comprueba que está calentita. A un lado hay una especie de pequeño ordenador que permite regular la t

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