Que fácil es sentarse en una mesa de cualquier restaurante y pedir una ración de atún con ensalada y papas arrugadas o papas fritas con buen vino, agua o refresco, pero la mayoría ignoramos todo aquello que tenemos delante y detrás en ésta película basada en hechos reales.
Muchos clientes o personas no saben que están comiendo un pescado, que llegó a su mesa después de que muchos pescadores hayan salido al mar prácticamente sin dormir y si está el mar bravo, ni te cuento.
Vuelvo a recordar cuando hice el reportaje para este periódico de los pescadores y solamente he ido una vez, porque fueron más de quince horas en aquel barco de madera y salimos en coche desde Las Galletas en el sur de Tenerife hasta Playa San Juan a la una de la madrugada.
Montamos en el barco en Playa San Juan y nos fuimos hasta Punta de Teno, con el mar malo y tuve hasta que echarme un rato porque mareé y que conste que este día no fue muy bueno en cuanto a pesca.
Pensar que a veces están hasta dos semanas y más, día y noche con el oleaje, el sonido del motor las veinticuatro horas, ¡Ay mi madre!. Cuando llegamos a las cinco de la tarde nuevamente al Puerto de San Juan, les dije a los pescadores, “A mi me dice un cliente que el atún es caro a cinco euros y le doy dos hostias”.
Pues cuando los clientes o personas están felices en los restaurantes, tienen la obligación de ser conscientes de que en el plato están los pescadores sufriendo, los agricultores, los camareros, los cocineros, el servicio de limpieza y un sin fin de personas, para que de ésta manera te sepa mucho más el plato que estás comiendo y si el servicio es excelente y nos sobra dinero aunque sea poco, soltamos propina.
Quejarse sentado en la mesa, es de amargados, así que calladitos la boca somos más bonitos, pero ser consciente de que tenemos delante y detrás de dónde estamos, nos ayuda a ser mejores personas.
Aquí lo dejo, para seguir reflexionando sobre las personas que van a las romerías. Estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá. Juan Santana.
