Desde los años ochenta llevo arrastrando una canción que canto solamente en los entierros y funerales, sin entrar en detalles de las razones porque confieso que tampoco sabría responder, pero será el destino.

La primera vez que toqué la guitarra cantando ésta canción en un entierro, fue en el entierro de mi amigo Carmelo en Sardina del Sur y recuerdo a algunos amigos suplicando que no cantase en el entierro porque estaban convencidos de que sus familiares iban a enfadarse, pero ocurrió todo lo contrario, sus familiares estaban esperando en la puerta de la Iglesia para comerme a besos y abrazos.

Invité a todos los amigos a cantar todos juntos porque así era más emotivo, pero tenían miedo a represalias y ésto no va de buscar protagonismo, porque son las Almas que vuelan en nuestro espacio.

La segunda vez que cante en la Iglesia fue en la Aldea San Nicolás de Tolentino por el año 1.992, en el entierro de un tío mío y recuerdo que al día siguiente fueron los sacerdotes a pedirle a mi madre que me convenciera para grabar la canción y así la pondrían en todos los entierros y funerales, pero dije que no.

La verdad que a partir de éste momento he perdido la cuenta de las veces que he cantado en los entierros, incluso me han pagado por cantar en el tanatorio con ésta canción que dice, “Los que tengan la suerte, de vivir con la paz, que aprovechen los momentos, porque todo es principio y final.

Y cuando llegue el momento, de decidir lo cierto, encontrarás la verdad. Si los débiles, te entristecen, eso es una buena señal, porque el Sol cuando amanece, unas vidas vienen y otras se van………”.

La única vez que casi no llego al final de la canción, fue en el entierro de mi padre en la Iglesia de Sardina del Sur, pero llegué y éste año un grupo folclórico del Sur de Tenerife tiene ilusión de arreglar éste tema con muchos instrumentos y un Policía Local de la zona vino a preguntarme si les daba el permiso y como tengo cierta edad y además me hace ilusión escucharla con instrumentos, les dije que si, porque……… aquí lo dejo para seguir reflexionando sobre las romerías de los pueblos y estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá. Juan Santana.