Por Juan Santana.
Miguel es un amigo especial que lleva cuatro años sin teléfono móvil, ¡increíble!, y preguntándole como ha logrado estar tanto tiempo sin teléfono, respondió, “Iba en el barco con mis hijas y comencé a llamar a su madre, amigos, amigas, conocidos y resulta que nadie respondía a la llamada. Entonces mi hija que tenía doce años dijo, papá, ¿Para qué quieres un teléfono si nadie te responde?. Y le dije, ¡Hija, tienes razón!, zumbé el teléfono al mar y san sacabó. En estos cuatro años nos hemos encontrado muchos amigos y todos dicen lo mismo, que me han estado llamando, pero escuchan que el número al que llama bla, bla, bla… porque lógicamente eliminé el contrato. Es lo que hay, es muy duro, pero quién quiera verme, que se busque la vida.
En la playa ves parejas todo el santo día con sus teléfonos y hablando con el mundo, menos con ellos mismos y si fuera una minoría, pues vale, pero es la gran mayoría, en terrazas, en guaguas, caminando por las calles, en las plazas, dónde quiera que vayas y mires, están las personas como zombis con cabezas agachadas mirando sus pantallas, que pena. El virus de la “Nomofobia” está invadiendo a una sociedad hipnotizada, es la enfermedad que quizás muchos padecemos y no lo sabemos. Leyendo artículos de los más profesionales, comentan que la adicción al teléfono móvil es, para muchos, la enfermedad del siglo XXI.
El miedo a estar sin el teléfono móvil en nuestras manos o en el bolsillo, se puede diagnosticar como un trastorno para una gran parte de la población, sin que los afectados sean conscientes de ello. ¿Quién es capaz de dejarse el móvil en casa y no tener un deseo irrefrenable de ir a buscarlo?. ¿Quién se ha quedado sin batería una tarde y no ha tenido la sensación de estar ilocalizable?. ¿Quién ha salido sin teléfono y sospecha de que precisamente a esas horas recibirá una llamada importante que no podrá atender?. ¿Quién ha salido del cine o del teatro en alguna ocasión y ha aguantado hasta la puerta de la calle sin revisar sus llamadas o mensajes perdidos?. ¿Cuántos llegan a casa después de hacer deporte y antes de la ducha comprueban si tenemos mensajes o watsapp?.
Estimado lector, gracias por regalarme un poco de tiempo, porque el tiempo, es el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá.
