Por Jesús Millán Muñoz | Puede suceder, que alguien, que muchos, llegue un momento y se diga, llevo diez o equis tiempo intentando que la industria cultural escuche mis voces y sonido, pero no les interesa…
Puede llegar un momento, después de años y lustros de intentar que la industria cultural recoja sus producciones, las valore, puede llegar un momento que una persona, que mil personas, en el silencio se digan, desde hoy, voy a hacer composiciones musicales para mí, poemas para mí, pinturas para mí, ensayos para mí… no es por solipsismo, sino quizás, porque esas personas estén hartas de llamar a unas puertas y a otras. Se dicen, no es por vanidad, ni soberbia, ni engreimiento, ni considerarse mejor que nadie, sino quizás, porque están hastiados y cansados de la industria cultural, del mundo de la organización cultural, de la competitividad en la cultura…
Puede ser que esas personas, se digan, desde hoy, tengo dos opciones o dejar de hacer o fabricar el producto cultural, en el que se han embarcado o llevan años o lustros, o, dejo de realizar, o me olvido del sueño que el mundo y la comunidad y la sociedad de la cultura me escuche. O, dejo de hacer, o, realizo para mi mismo. Cierto que cuando termine un producto lo enseñe, lo muestre en Internet, en alguna red social o blog que ese autor o autora disponga. Pero hace y publica en Internet, envía a algún concurso, enseña a algunas amistades, pero esencialmente, ya solo trabaja para sí mismo, y, quizás, para unos cuantos oídos…
Se dirá, esto no tiene sentido, porque se producen tomates para venderlos y que otras personas los consuman, y, al año siguiente otra temporada de tomates. Y, así. Pero puede llegar un momento, un momento que es ya largo en el tiempo, de mucha reflexión, y, se dice, estoy cansado de un manuscrito enviarlo a cien editoriales –de un tipo o de otra-, o el dossier de arte plástico enviarlo a cientos, quizás a miles de entes y entidades y personas, a lo largo de los años. O, cualquier otra actividad haber hecho lo mismo. Estoy cansado, agobiado, angustiado, hastiado de este proceder… Y, se dice, desde hoy, solo tengo dos opciones, o dejar de hacer ese producto cultural, sea bueno o malo o mediano, o, si continúo hacerlo para mi mismo, solo para mi mismo –reitero, mostrarlo en Internet, enviarlo o mostrarlo a alguna persona o entidad, y, nada más, en definitiva, no nos engañemos, solo para uno mismo…-.
Ya, ya se ha producido la derrota, la derrota de esa persona, que durante uno o diez o treinta años, ha estado fabricando helados culturales en alguna rama o actividad del saber o de las artes o de las ciencias o de las letras o de las técnicas o de la cultura en general, o de la teología o de…
Además, se dice, multitud de lugares en Internet, que apenas ofrecen algo que tenga calidad y conocimiento suficiente, dispone de miles de seguidores, la palabra que hoy se utiliza. Y, yo/tú, puede pensar que ofrezco/ofrece o intento/a expresar realidades profundas, con nuevos lenguajes estéticos o conceptuales, que busco abrir nuevos mundos…, solo tengo una recepción de unas docenas de suscriptores o receptores. Es decir, el intento de alta cultura o de cultura esencial y profunda, solo dispone de unas decenas de pares de oídos, y, mil realidades culturales o semiculturales, nadie se ofenda, que son solo consumo para unos días, esos productos disponen de miles, decenas de miles, cientos de miles de ojos y lenguas y bocas y oídos…
Más piensa, dentro de nada, vendrán programas informáticos, enormemente potentes, y, en unas horas, harán decenas de miles de poemas, decenas de miles de pinturas, decenas de miles de composiciones musicales, decenas de miles de… Más piensa, quizás, quizás seamos los últimos mohicanos de la cultura.
O, en el mejor de los casos, se compatibilizará la creación o investigación cultural humana, con la realizada por esos sistemas informáticos, con programas que serán capaces no solo de recoger datos, sino de inventar nuevos mundos culturales e ideas e interpretaciones del mundo simbólico y conceptual… -lo que hoy hacemos los bípedos racionales con alma-.
Porque al final, se está abriendo una nueva etapa histórica, una nueva era histórica, una nueva edad histórica, un nuevo mundo… qué no sabemos muy bien cómo será, cómo será… el mundo de dentro de cincuenta años, el mundo del 2100 será tan distinto al nuestro, probablemente, en cientos de factores y variables, que no tenemos imaginación suficiente para preverlo… Al menos, al menos este escribiente…
Por tanto, puede llegar el momento, que uno o diez o cien o mil o diez mil autores/as se diga, ya voy a escribir “poemas” para mi mismo, porque la otra alternativa, es dejar de hacer “poemas”, ni para si mismo, ni para nadie… Lamento decirlo, lamento sufrirlo…
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