La directora donostiarra trae a MiradasDoc ‘Fifty Rupees Only’, una película que contrapone el maravilloso mundo del amor romántico de las películas de Bollywood con los matrimonios concertados.
La documentalista donostiarra Nagore Eceiza concurre al concurso nacional de MiradasDoc con su cortometraje Fifty Rupees Only (2016 / 29’), una película que contrapone el idílico amor romántico de los filmes de Bollywood con la realidad de los matrimonios concertados que unen “al 80% de las parejas de la India”. Eceiza trabaja desde 2013 como freelance con el nombre de EL SANT0 films y, además de la película que trae al Festival y Mercado Internacional de Cine Documental de Guía de Isora, ha dirigido Larrea Motzean (2014), Abba MalaKu (2009) y La serpiente multicolor (2009). Con una formación de diseñadora gráfica, su vínculo con la imagen la ha llevado a inclinarse por la fotografía y el documental como fórmulas en las que capta la realidad y la expresa siempre “con una mirada personal, con la subjetividad del autor”.
¿Por qué documentales?
“Contar historias me encanta. Incluso, cuando estoy contando historias mías, me emociono más que cuando las vivo. Cuando encuentro una historia tengo la necesidad de contar esa realidad y la estética de las imágenes es una excelente forma de contar esas historias. En definitiva, hago documentales porque necesito contar historias reales desde mi mirada subjetiva”.
¿No la ha tentado la ficción?
“No tengo ninguna formación en el tema audiovisual, me he ido metiendo en esto porque la inquietud que he tenido de contar las cosas que me he encontrado por el camino me ha llevado directamente al documental. Es un género en el que me siento muy bien. Lo primero es encontrar una historia, investigar y retratar las cosas como son. Este reto me parece más interesante que recrear algo que no existe. Es cierto que, al mismo tiempo que estoy haciendo un camino en el documental, el cuerpo me pide en este momento reconvertir un proyecto que tengo en mi cabeza desde hace más de doce años en ficción. Es un proyecto documental que parte de una realidad, pero… Saltar del documental a la ficción será el próximo reto que tenga”.
¿Cómo encuentra las historias?
“Tengo dos maneras de trabajar. A veces viene una ONG o una entidad y me plantea un documental sobre una historia que ellos tienen, cosa que me parece muy interesante. La otra manera es cuando encuentro yo misma una historia y ahí tienes que ponerte las pinturas de guerra y salir a la calle a buscar subvenciones, ayudas y alianzas que te permitan contarla”.
¿Se puede sobrevivir de los documentales?
“No. Yo, al menos, no puedo. Es verdad que en los festivales y otros puntos de encuentro he visto documentales de temática de derechos humanos en los que se ha invertido tanto presupuesto en los subtítulos como el total que yo tenía yo para todo mi proyecto”.
¿Con qué medios se desplazó a la India a hacer Fifty Rupees Only?
“Yo vi una realidad de una escena cotidiana en la India, que me inspiró para hacer un paralelismo con la fantasía y el amor en las películas de Bollywood. Yo vine con esta idea a España y, casualmente, una convocatoria de Amnistía Internacional daba una ayuda de 5.000 euros a proyectos documentales con temática de derechos humanos. Envié mi idea y me la concedieron. 5.000 euros no es nada, pero si tienes muchas ganas de contar algo es el impulso que te obliga a arrancar. Yo me alié con Igor Arabaolaza, que me acompañó desde el primer momento. Los medios fueron dos personas, él y yo, dos cámaras Canon y un micrófono… Y nos fuimos a la India”.
¿Pero ya tenían contactos o comenzaron de cero allí?
“Yo ya conocía la realidad de varias chicas en un viaje previo en el que estuve haciendo fotografías para una exposición, pero una cosa es que la conozcas y sepas su realidad y otra que, en el momento en el que vas a documentarlo delante de una cámara, ellas decidan que no lo van a hacer. Una cosa totalmente respetable y entendible. Eso fue un jarro de agua fría para mí, porque sabía de historias muy potentes, pero no las podía plasmar delante de la cámara”.
¿Y cómo resolvió esto?
“Pensé que si el 80% de los matrimonios en la India son de matrimonios concertados no tenía más que mirar a la calle para darme cuenta de que esa era la realidad de la mayoría de esas personas. Así que fui a una escuela de cine y le propuse al director que me gustaría que los chicos participaran en el documental y que cobraran, con lo que conseguí involucrar a la gente local y acercarme a la realidad de los jóvenes de 20 años. La fórmula fue muy bien, y Grina, que fue nuestra ayudante de dirección, nos consiguió a personas que estaban en ese momento en el proceso que queríamos contar”.
El contraste entre la idealización de Bollywood y las historias de su película es evidente. ¿Qué quería lograr con esta historia?
“Este documental me gusta mucho porque abre muchos flancos para el debate: el amor –allí y aquí–, el amor romántico, las películas, los medios, los mensajes que nos llegan, las expectativas que nos crean… Pero eso ha sido posterior. En el punto de partida yo me inspiré en una escena que ocurrió en la India, cuando yo estaba en un slum, un barrio muy pobre, donde vi a un par de adolescentes, de unos 15 años, que iban a comprar verduras y, allí, en cualquier lugar, por muy humilde que sea, hay una pantalla en la que se ven películas de Bollywood. Ellas se quedaron hipnotizadas mirando la película, cuando su realidad era otra bien distinta. Así surgió la idea del contraste entre lo que ofrecen las películas y los matrimonios concertados. Por cierto, el tema de esa gran industria que es Bollywood también tiene mucho que contar”.
¿Por qué elige venir a MiradasDoc?
“Porque es un referente. Yo leo textos sobre lo que pretende, lo que busca y la filosofía de MiradasDoc y veo reflejado este documental. En este Festival se busca y se premia la mirada personal del documentalista, cosa que enriquece. Estoy muy orgullosa de que hayan valorado Fifty Rupees Only como para estar aquí y, además, estar en la selección junto con trabajos como los de Raúl de la Fuente o Amaia Remírez me produce mucho orgullo”.