La participación femenina en el plan de empleo joven de la Cámara supera el 50% del total. Un Programa Integral de Cualificación y Empleo (PICE) financiado por el FSE y el Cabildo de Tenerife.
Algunas emprendedoras relatan sus experiencias de éxito y, mientras consolidan sus negocios, se plantean nuevos proyectos.
Esther, Ana María y Aida son ejemplos de que el emprendimiento entre las jóvenes puede conducir al éxito si se hacen las cosas bien, se pone empeño y se cuenta con el asesoramiento y la ayuda adecuados. Las tres han puesto en marcha sus negocios tras pasar por el Programa Integral de Cualificación y Empleo (PICE), financiado por el FSE y el Cabildo de Tenerife, y otros servicios de la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife, donde adquirieron la información, la formación, y las habilidades necesarias para echar a andar sus iniciativas empresariales. Ahora, pasados unos meses, ven cómo los proyectos en los que creyeron se afianzan y suman nuevos clientes.
El emprendimiento es una salida para un porcentaje importante de quienes participan en el PICE, un programa con presencia mayoritaria del colectivo femenino. De los 3.060 usuarios inscritos en Tenerife desde 2015, más de la mitad -1.664- son mujeres. También han ido ganando peso las mujeres en los proyectos empresariales constituidos al amparo de la Ventanilla Única Empresarial que gestiona la entidad cameral: en 2018 fueron prácticamente el 50% del total.
Las actividades que desarrollan Esther Cambell, Ana María Pastore y Aída Rivero son muy diferentes, pero a las tres las une la pasión por lo que hacen y la satisfacción de ver cómo sus primeros pasos en el mundo de la empresa han transcurrido con éxito.
Con la formación y el asesoramiento de los técnicos de la entidad cameral, Esther Cambell entregó el pasado julio el plan de viabilidad de su proyecto de negocio, y en apenas dos o tres semanas tenía aprobado el préstamo que había solicitado. “Pensé que iba a ser más complicado”, admite, todavía hoy con cierta sorpresa. En noviembre, y tras una pequeña reforma en el local -ubicado en la calle Deán Palahí de La Laguna-, abría las puertas su estudio de maquillaje, especializado en bodas y depilación de cejas.
Aunque tenía “clarísimo” desde hacía tiempo qué tipo de empresa quería crear, no contaba con “ninguna ayuda detrás”. Por ello se inscribió en el curso de emprendimiento que ofrecía la Cámara, donde encontró el respaldo profesional y humano necesario para convertir su idea en realidad. Pasados estos pocos meses, es consciente de que el primer año es clave para consolidar su empresa. “Por ahora no me puedo quejar”, dice. Pese a la prudencia, no descarta expandirse a Gran Canaria e incluso, “con el tiempo”, crear su propia marca de maquillaje.
Por su parte, Ana María Pastore acarició primero la idea de montar una cafetería. Había recurrido a los servicios de la Cámara para recibir capacitación y tratar de acceder a un empleo, y a continuación recibió formación en emprendimiento. Comenzó a trabajar en el que ahora es su negocio -la tienda de bolsos, complementos y artesanía Wayoyo, en el centro comercial Nivaria de Santa Cruz- como empleada. “Nunca había vendido nada”, reconoce. Cuando el propietario del comercio anunció que volvía a su país, no se lo pensó y se hizo cargo de la empresa.
En los primeros momentos son inevitables los altibajos, y Ana María no es una excepción. “Hay momentos difíciles y otros muy buenos”, cuenta. Sin embargo, el balance es positivo, tanto que tiene claro que tomaría de nuevo la decisión de emprender. “Sientes una gran satisfacción cuando miras atrás y ves que has superado los obstáculos”, dice esta joven, que, además de en apuntalar su proyecto, piensa en emprender otros -sueña con una crepería- y en crecer.
Graduada en Arquitectura, Aída Rivero estaba en paro cuando se inscribió en el PICE. En un principio no se planteaba optar por el emprendimiento, pero tras adquirir “herramientas para el mundo laboral” en la Cámara,a las que no había accedido en sus estudios universitarios, se decidió por una de sus aficiones, la fotografía, en este caso orientada a las empresas, la publicidad y las redes sociales. Ahora, establecida como autónoma, vive de su pasión.
“Me va muy bien. Tengo clientes fijos y hago trabajos puntuales. Estoy muy contenta”, afirma. Es realista y sabe que debe ir paso a paso, pero confiesa que tiene “otros proyectos en mente”, como colaborar con otros fotógrafos o introducirse en la fotografía gastronómica, una especialidad que le llama la atención.
SUMARIO1: Esther Cambell se plantea, con el tiempo, crear su propia marca de maquillaje
SUMARIO 2: “Si tuviera que tomar la decisión de nuevo, lo haría”, dice Ana María Pastore
SUMARIO 3: Aída Rivero destaca las herramientas laborales que adquirió en la Cámara