30 de julio, Día Mundial Contra la Trata de Personas.
Aldeas Infantiles SOS alerta de que un 28% de las víctimas de la trata de personas son niños.
Explotación sexual y laboral, mendicidad forzosa, servidumbre, extracción de órganos, adopción ilegal y matrimonios forzados están detrás del segundo negocio ilegal más lucrativo tras el tráfico de armas. Niños en todo el mundo viven atrapados por las redes de la trata de personas. La crisis migratoria ha contribuido a agravar la situación en Europa.
Los niños son, tras las mujeres, el grupo más afectado por la trata de personas, representando un 28% del total a nivel mundial, según datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. No obstante, en algunas regiones las víctimas menores de edad son mayoría. En el África Subsahariana, el 64% de ellas son niños, en América Central y el Caribe, el 62%, y en América del Sur, el 39%. En Europa, Norteamérica y Oriente Medio se manejan cifras en torno al 20-25%.
En Europa, según el último informe publicado por la Comisión Europea, las niñas representan el 17% del total de las víctimas de trata de personas registradas y los niños el 3%. En cuanto a edad, un 17% tienen entre 12 y 17 años y un 2% menos de 11. El propósito principal de la trata es la explotación sexual, seguido de lejos de la explotación laboral y de otras formas de explotación como la venta de órganos, otros tipos de actividades criminales y la venta de niños.
España no se libra de la llamada esclavitud del siglo XXI. Si bien hay una ausencia de datos que registren las dimensiones del problema en toda su amplitud, tanto los aportados por el Ministerio del Interior, como los que manejan las ONG que trabajan con las víctimas coinciden en la tendencia ascendente de la trata de menores en nuestro país. Los datos de la Fiscalía General del Estado muestran que la mayoría de las diligencias abiertas por trata de personas tienen fines de explotación sexual, seguidas de la explotación laboral, mendicidad y matrimonios forzados.
La crisis migratoria abona el terreno en Europa
“Las desigualdades y las carencias materiales forman parte de la raíz del problema de la trata de menores. La mayoría de estos niños proceden de comunidades y familias particularmente desfavorecidas”, explica Pedro Puig, presidente de Aldeas Infantiles SOS de España. “La vulnerabilidad de los niños, y en particular de las niñas, a los abusos y la explotación sexual se hace especialmente evidente en situaciones de emergencia, cuando la separación de sus familias disminuye su protección”, sostiene.
La actual crisis migratoria está favoreciendo que los niños que se encuentran solos o separados de sus familias caigan en las redes de organizaciones criminales de trata de personas. “Una de las situaciones con la que nos encontramos en los campos de refugiados de Grecia e Italia es que un número considerable de niños solos abandonan los centros en los que son atendidos. Lo que no queda claro para las autoridades, y tampoco para nosotros, es si lo hacen para continuar su viaje a otro país europeo o porque han sido reclutados por algún tipo de actividad criminal. Probablemente se dan ambas. La incidencia de actividad criminal alrededor de estos centros está documentada”, explica Pedro Puig.
En este sentido, Aldeas Infantiles SOS insta a la Unión Europea a que expanda los canales de acceso para migrantes y refugiados. “La ausencia de rutas seguras y legales que permitan a las personas moverse libremente y con seguridad de un estado a otro favorece que los niños que se encuentran solos entren en contacto con actividades criminales, entre ellas el tráfico de personas”, concluye Pedro Puig.
Sobre Aldeas Infantiles SOS
Aldeas Infantiles SOS, galardonada con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2016, es una organización internacional, privada, de ayuda a la infancia, sin ánimo de lucro, interconfesional e independiente de toda orientación política, fundada en 1949 en Imst (Austria) y con presencia en 134 países.
Su labor se centra en el desarrollo del niño hasta que llega a ser una persona autosuficiente y bien integrada en la sociedad. Trabaja para fortalecer a las familias vulnerables, de modo que puedan atender adecuadamente a sus hijos; protege a los niños que se han visto privados del cuidado parental, a los que brinda un entorno familiar protector en el que puedan crecer sintiéndose queridos y respetados, y acompaña a los jóvenes en su proceso de maduración e independencia.