En Medio de la Nada y con Todo
Cuando llegas a un pueblo de Agadir en medio de un desierto a las tres y pico de la tarde con un calor del copón, descubres un mundo lleno de agua desde hace cientos de años, dónde incluso hicieron una especie de puente y no logras entender, pero siempre intentas aprender.
¿Cómo es posible que haya tanta agua en medio del desierto?
Solamente habían aproximadamente diez personas en la calle en éste inolvidable domingo, una barbería abierta con tres clientes y el barbero y todos súper simpáticos y felices, un bar pequeño donde estuvimos sentados esperando diez minutos al dueño porque estaba vaya usted a saber y también estaba abierta una tienda que vendían solamente cosas de plata.
El mejor café que he probado desde hacía décadas, porque cada café que preparaba molía el café con su moledora antigua y el olor a café auténtico podías sentirlo a más de diez metros.
Cuando estábamos sentados relajados con el calor sofocante llegó un perrito y tranquilamente apoyó su culo en el suelo, como si fuera una persona más del pueblo que gozaba de las charlas de humanos.
Sin embargo la mirada del perro tenía sentimiento, parecía que hablaba para sí mismo y mi opinión personal imaginaba que podría estar diciéndose, “Sigo vivo o ¿Dónde estarán mis hermanos?, por ejemplo”,…. pero tal vez sus hermanos están cerca vivos y coleando.
Volví a la barbería a ver si el joven barbero podía recortar mi bigote y perilla y tenía todavía los mismos clientes.
Hablamos un rato en inglés de garrafón, pero sus risas decían que notaban la diferencia entre ellos y yo, en el sentido de que notaron mi estrés en este domingo inolvidable del veintinueve de mayo del dos mil veintidós.
Aquí lo dejo para seguir reflexionando sobre todo y nada. Estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá.
Juan Santana.