Por Juan Santana.
Carlo Forte nace en la ciudad italiana de Piacenza el 11 de mayo 1943 y desde muy joven muestra interés y gran sensibilidad por el dibujo y la pintura. En el colegio pasa mucho tiempo haciendo retratos a lápiz de profesores, compañeros y dibujando todo lo que su fantasía le sugiere. Los maestros le consideran un rebelde, pero él destaca en los concursos de dibujo y de canto. Frecuenta el estudio del pintor Gianni Guglielmetti mientras intenta adaptarse a vivir siguiendo las costumbres de la familia y la sociedad en las que ha crecido. Consigue el doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Pavia y después se inscribe en la facultad de Derecho en Parma, pero sin olvidar su atracción por el arte. Desde el 14 de Febrero del 2.019 a las 19:00 horas, hasta el 7 de Marzo, podemos disfrutar de su Gran Exposición. Interesantísima
En su tiempo libre participa activamente en el Grupo de teatro “La Canea” y el deseo de evasión se manifiesta en anhelo por viajar. Experiencias de distintas culturas y visiones determinan la búsqueda de nuevos horizontes. Renuncia a su trabajo como director del departamento de Tráfico Urbano del Municipio de Piacenza y concluye esta etapa de su vida con una crisis existencial, que culmina en un viaje a Las Islas Canarias en 1976. La belleza de Tenerife le cautiva. Su vocación artística prevalece sobre cualquier pensamiento práctico y finalmente su corazón se abre sin reservas hacia su camino predestinado. Durante los primeros años se dedica al dibujo y a la pintura de retratos y paisajes en un estilo figurativo minucioso. Siguen tiempos de inquietudes que lo llevan a Sudamérica y a la India, que le permiten sentir y transmitir lo que sus ojos, su corazón y alma ven. A su regreso a Tenerife, su estilo de pintura cambia.
Los colores almacenados durante los periodos de viajero y sobre todo la luz de las islas del sur de su Italia natal y de Canarias empiezan a salir de sus pinceles. Los “Paisajes del Alma” llenan sus telas de alegría e intensidad. Carlo define este estilo de pintura como “intuitivo”, algo surgido desde un espacio de silencio y meditación, desde el corazón más que de la mente. A principios de los años ’80 las construcciones en Tenerife, sobre todo en la costa, cambian profundamente el paisaje y la energía que Carlo ama tanto. Entonces decide retirarse hacia la montaña para estar más en la naturaleza y en el silencio. Encuentra en el casco de Arona las ruinas de una construcción del siglo XVIII y se dedica a restaurarlas. Esta decisión coincide con el comienzo de una expresión de arte no intencionada, pero inspirada y sensible: piedra a piedra, flor a flor, árbol a árbol se siembran en armonía – como una composición de música donde las notas fluyen – hasta crear un espacio ideal para la expresión artística. En ese periodo Carlo no deja de pintar y da inicio a los cursos de pintura y meditación. Sus alumnos llegan de muchos rincones del mundo para aprender a conectarse con su propia creatividad, a través de él. Carlo ha expuesto sus obras por Europa, Estados Unidos, América Latina y con más frecuencia en distintas salas de Tenerife. Hoy tiene su estudio / galería y su exposición permanente en La Costa del Silencio con vista al océano y al vulcano Teide. El entorno refleja la conexión con el océano de la vida, con las atmósferas infinitas …. Aquí lo dejo….