El verano es una época del año que muchos esperamos con ilusión para disfrutar del sol, la playa, la piscina y las vacaciones. Sin embargo, también es una época en la que debemos tener cuidado con las altas temperaturas y sus efectos sobre nuestra salud. En este artículo, te explicamos qué son la insolación y el golpe de calor, cómo prevenirlos y cómo actuar en caso de que los sufras o los veas en alguien cercano.
¿Qué son la insolación y el golpe de calor?
La insolación y el golpe de calor son dos trastornos relacionados con el calor que se producen enfermedad o malestar cuando nuestro cuerpo no es capaz de regular su temperatura adecuadamente. Ambas son consecuencia de una exposición prolongada o excesiva al sol o a ambientes muy calurosos, pero tienen algunas diferencias.
La insolación: síntomas
La insolación es la forma más leve de estos trastornos y se caracteriza por un aumento de la temperatura corporal por encima de los 38°C, acompañado de síntomas como dolor de cabeza, mareos, náuseas, vómitos, sudoración excesiva, piel roja y caliente, sed intensa y debilidad.
El calor que llega al punto de insolación suele ser más frecuente en niños, ancianos y personas con enfermedades crónicas o que toman ciertos medicamentos.
El golpe de calor: síntomas
El golpe de calor es la forma más grave y potencialmente mortal de estos trastornos y se produce cuando la temperatura corporal supera los 40°C, provocando un fallo en el sistema termorregulador del organismo.
Los síntomas del golpe de calor son similares a los de la insolación, pero más severos e incluyen síntomas de enfermedad, fatiga, ausencia de sudoración, piel seca y pálida, confusión, desorientación, convulsiones, pérdida de conciencia e incluso coma.
El golpe de calor puede afectar a cualquier persona, pero es más común en deportistas, trabajadores al aire libre y personas que consumen alcohol o drogas.
¿Cómo prevenir la insolación y el golpe de calor?
La mejor forma de evitar la insolación y el golpe de calor es prevenirlos siguiendo una serie de medidas sencillas pero eficaces:
Estar atentos a las alertas por altas temperaturas emitidas por las autoridades sanitarias y seguir sus recomendaciones.
Evitar la exposición directa al sol en las horas centrales del día (entre las 11:00 y las 17:00 horas), buscar la sombra siempre que sea posible y usar protección solar adecuada (gorra, gafas de sol, crema solar con factor alto).
Beber abundante agua o líquidos sin alcohol ni cafeína para mantenerse hidratado, incluso si no se tiene sed. Evitar las bebidas muy frías o muy calientes que puedan alterar la temperatura corporal.
Vestir ropa ligera, holgada y de colores claros que favorezcan la transpiración y evitar las prendas sintéticas o ajustadas que dificulten la evaporación del sudor.
La buena alimentación y evitar el ejercicio es clave para prevenir
No realizar actividades físicas intensas bajo el sol o en ambientes muy calurosos que puedan aumentar el esfuerzo cardíaco y respiratorio. Si se practica deporte al aire libre, hacerlo preferiblemente a primera hora de la mañana o al atardecer, llevar ropa adecuada y beber agua antes, durante y después del ejercicio.
Mantener una alimentación equilibrada y ligera que incluya frutas y verduras frescas que aporten vitaminas, minerales y agua. Evitar las comidas copiosas o pesadas que puedan dificultar la digestión y aumentar el calor interno.
Refrescar el ambiente en el que se vive o se trabaja mediante ventiladores, aire acondicionado o humidificadores. Evitar los cambios bruscos de temperatura entre el interior y el exterior que puedan provocar un choque térmico.
Prestar especial atención a los grupos más vulnerables al calor, como los niños, los ancianos, las mujeres embarazadas, las personas con enfermedades crónicas o que toman ciertos medicamentos y las personas que viven solas o aisladas. Ofrecerles ayuda y supervisión periódica y asegurarse de que siguen las medidas preventivas.
¿Cómo actuar ante la insolación y el golpe de calor?
Si se sospecha que una persona está sufriendo una insolación o un golpe de calor, se debe actuar con rapidez y seguir estos pasos:
Trasladar a la persona a un lugar fresco y ventilado, preferiblemente a la sombra o en un espacio con aire acondicionado. Si no es posible, usar un abanico, un ventilador o un paño húmedo para refrescar el ambiente. En este artículo cómo refrescar la casa sin aire acondicionado con trucos fáciles y efectivos.
Aflojar o quitar la ropa que pueda impedir la disipación del calor y aplicar compresas frías o paños húmedos en la frente, el cuello, las axilas, las ingles y las muñecas.
También se puede rociar agua fría sobre el cuerpo o sumergirlo en una bañera con agua templada.
Dar a beber agua o líquidos isotónicos (bebidas deportivas) a pequeños sorbos, siempre que la persona esté consciente y pueda tragar. No dar bebidas alcohólicas, con cafeína o muy azucaradas que puedan deshidratar aún más.
Colocar a la persona en posición de antishock, es decir, tumbada boca arriba con las piernas elevadas y la cabeza ladeada para facilitar la circulación sanguínea y evitar el ahogamiento en caso de vómito.
Solicitar ayuda especializada a emergencias en caso de urgencia
Llamar al teléfono de emergencias 1-1-2 y solicitar asistencia médica urgente. Informar de los síntomas que presenta la persona, el tiempo que lleva expuesta al calor y si tiene alguna enfermedad o toma algún medicamento. Seguir las indicaciones que se den hasta que llegue la ayuda.
La insolación y el golpe de calor son trastornos que pueden provocar síntomas de enfermedad que pueden resultar graves y pudieran tener consecuencias fatales si no se tratan a tiempo. Esto incluye a nuestras mascotas, que también pueden sufrir de este trastorno y te enseñamos cómo cuidar de ellos en estos casos en este artículo.
Por eso, es fundamental prevenirlos y actuar con rapidez ante los primeros signos de alarma. Recuerda que el verano es para disfrutarlo, pero siempre con precaución y responsabilidad. ¡Cuida de ti y de los tuyos!