Noticias Tenerife El pez diablo negro, capturado recientemente en Tenerife y viral en redes sociales, fue donado al MUNA

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El pez diablo negro, capturado recientemente en Tenerife y viral en redes sociales, fue donado al MUNA

El MUNA amplía sus colecciones con un pez abisal fascinante, conocido por su apariencia monstruosa y adaptaciones evolutivas únicas.

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El Museo de Naturaleza y Arqueología (MUNA), dependiente del Cabildo de Tenerife, ha recibido la donación del pez diablo negro, capturado recientemente en las aguas de Tenerife el 26 de enero y que se ha viralizado en las redes sociales.

El biólogo y colaborador Marc Martín Solá ha sido el encargado de ceder este ejemplar, que fue capturado cerca de la superficie marina, a un kilómetro de la desembocadura del Barranco de Erques, entre los municipios de Adeje y Guía de Isora.

Tras su llegada al Museo, se procedió a su identificación utilizando claves taxonómicas especializadas en ictiofauna abisal, confirmando que el espécimen corresponde a la especie Melanocetus johnsonii, conocido comúnmente como diablo negro.

pez diablo negro, capturado en Tenerife

José Carlos Acha, consejero de Cultura y Museos de Tenerife, expresó su agradecimiento a Marc Martín por la donación de este ejemplar tan poco común en la fauna marina, el cual enriquecerá las colecciones del museo.

“Este descubrimiento ha atraído la mirada de muchas personas más allá de nuestras fronteras, lo que supone una oportunidad única para destacar y visibilizar el trabajo de conservación que el museo y sus trabajadores realizan a diario. Una nueva oportunidad para fortalecer nuestras colecciones y seguir descubriendo los muchos secretos del mar que nos quedan por descubrir”, subrayó el consejero.

pez diablo negro, capturado en Tenerife

El conservador de Biología Marina del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife, Alejandro de Vera Hernández, destacó que se trata de una especie conocida en Canarias desde hace varias décadas.

Vera Hernández, aclaró que “Su nombre científico hace referencia a las palabras griegas «melanos» -negro- y «keto» -monstruo marino mitológico-, estando dedicado su calificativo de especie –johnsonii– al naturalista británico James Yate Johnson (1820–1900), entusiasta de la botánica terrestre y de la biología marina que en 1851 se estableció en Madeira durante el resto de su vida, y que recolectó el primer ejemplar conocido de este pez”.

“Es un habitante de las zonas mesopelágica, batial y abisal, ambientes donde predominan la oscuridad total, las bajas temperaturas (4ºC-10ºC) y la carencia de producción biológica que asegure una disponibilidad constante de alimento”, aseguró.

En un entorno tan vasto y hostil para la vida animal, los organismos dependen de los alimentos que provienen del movimiento vertical de seres vivos o del hundimiento de restos orgánicos desde las zonas superiores, un fenómeno conocido popularmente como «maná oceánico».

Gracias a esto, los peces abisales han desarrollado adaptaciones evolutivas que les permiten aprovechar con eficiencia los recursos disponibles. Estas incluyen bocas grandes con dientes afilados y curvados hacia dentro, capaces de ingerir presas de mayor tamaño que el propio pez; estómagos que pueden expandirse considerablemente para digerir las capturas; estructuras modificadas de los radios de la aleta dorsal que funcionan como cañas de pescar para atraer a las potenciales presas con un señuelo luminoso; o un sistema de reproducción que asegura la presencia constante del macho, que suele ser mucho más pequeño que la hembra y se ancla a ella mediante un complejo sistema de mordida gracias a su poderosa dentadura.

Alejandro De Vera comentó que “en definitiva, es una criatura conocida por la comunidad científica, pero, como ocurre con una gran parte del mundo pelágico, desconocida para la sociedad”. Además, subrayó que “en cualquier caso, se trata de una especie fascinante y encantadora, que como ya apunta el conocido refrán: no es el diablo tan feo como pintado lo vemos”.

Donación al MUNA

Se ha registrado otro caso de avistamiento en superficie de un pez abisal que actualmente se encuentra en custodia en el Museo de Ciencias Naturales de Tenerife.

En la mañana del 22 de febrero de 2017, Sergio David Hernández Herrera se encontraba desarrollando su jornada laboral a bordo del catamarán BONADEA II, dedicado al turismo de avistamiento de cetáceos en el sector oeste de la isla de Tenerife, con sede en Puerto Colón (Playa de Las Américas).

Durante su trabajo, detectó una mancha oscura en la superficie del mar. Al aproximarse, notó que se trataba de un organismo con una apariencia inusual. El pez, ya sin vida, flotaba invertido, con el vientre fuera del agua y visiblemente dilatado. En su estómago se movía algo, aún con vida.

Tras la donación de su hallazgo al Museo, y con la colaboración de ictiólogos habituales del centro, se pudo identificar el ejemplar como un pez abisal, específicamente un pez linterna cornudo (Oneirodes eschrichtii).

Se trataba de una hembra de 21 cm de longitud que, dentro de su estómago, albergaba una merluza de hondura (Trachonurus sulcatus) de 36 cm de largo, un tamaño considerablemente mayor al de su depredador.

Aunque nunca se pudo determinar la causa exacta de su muerte ni de su presencia en un hábitat tan alejado, se considera que, debido a su voracidad, lo más probable es que haya sufrido una grave indigestión abisal.

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