Utilizaban un complejo sistema consistente en utilizar los respiraderos que tienen en el casco las embarcaciones de gran calado que zarpan desde Sudamérica para ocultar el estupefaciente y posteriormente recuperarlo a su llegada a Europa.
Se trata de la primera operación de este tipo realizada en España y, durante su explotación, se ha procedido al arresto de otras dos personas que formaban parte del mismo grupo criminal.
La intervención se ha llevado a cabo de forma conjunta con el Servicio Nacional Aeronaval de Panamá, la agencia estadounidense Drug Enforcement Administration y la Policía Nacional de Perú.
Agentes de la Policía Nacional han detenido en la localidad asturiana de Avilés a cuatro personas que presuntamente introducían y distribuían grandes cocaína en Europa a través de embarcaciones de gran calado. Utilizaban un complejo sistema consistente en utilizar los respiraderos que tienen en el casco las embarcaciones que zarpan desde Sudamérica para ocultar el estupefaciente y posteriormente recuperarlo a su llegada a Europa. Dos de ellas fueron arrestadas in fraganti, cuando extraían la droga ocultada en los bajos de una embarcación mercante procedente de Perú. Se trata de dos narcobuzos profesionales que, durante días, habían estudiado in situ la forma de llevar a cabo la extracción de las sustancias estupefacientes. Es la primera operación policial de este tipo realizada en España. Otros dos miembros de la organización han sido igualmente arrestados.
La intervención se ha llevado a cabo de forma conjunta con la Dirección Nacional de Inteligencia del Servicio Nacional Aeronaval de Panamá, la agencia Drug Enforcement Administration, de Estados Unidos, y la División de Inteligencia de la Dirección Antidrogas de la Policía Nacional de Perú.
Introducían la droga en los respiraderos del barco, bajo agua
La investigación comenzó a raíz de una alerta realizada sobre unos buzos profesionales que trabajaban al servicio de una organización de narcotraficantes colombiana. Los submarinistas presuntamente se dedicaban a la introducción y posterior retirada de la sustancia estupefaciente en embarcaciones de gran tonelaje. Para ello, utilizaban los respiraderos situados en el casco de las embarcaciones de gran calado que zarpaban desde Sudamérica con destino en Europa.
Para llevar a cabo todo el proceso, esperaban que los buques estuvieran atracados en los puertos de origen y, desde una distancia prudente, se introducían en el agua con la sustancia estupefaciente y llegaban buceando hasta el barco. Una vez allí, y sin salir del agua, abrían uno de los huecos que tienen estos buques en la parte inferior del casco. De esta manera, impedían que los controles rutinarios pudieran detectar la presencia de la sustancia estupefaciente. Posteriormente, se alejaban del barco buceando y, al llegar a una distancia segura para ellos, salían a tierra. En todo ese proceso, evitaban emerger a la superficie para no ser detectados.
Una vez que la embarcación zarpaba hacia su destino, esas mismas personas se trasladaban a Europa, en este caso a España, y hacían la misma operación a la inversa. Con este método eran capaces de introducir grandes cantidades de sustancia estupefaciente, que siempre oscilaban en torno a los 100 o los 200 kilogramos, dependiendo de la organización y de la embarcación en cuestión.
Estudiaban a diario el puerto para no fallar en su actuación
La investigación logró detectar una embarcación que había zarpado en la ciudad de Callao, en Perú, y que se dirigía al municipio asturiano de Avilés con una importante cantidad de sustancia estupefaciente camuflada en su casco. Los buzos profesionales que iban a sacar la droga del barco fueron controlados por la Policía Nacional desde su llegada a España.
Durante su estancia en Avilés, iban todos los días hasta el puerto para estudiar la zona y determinar cuál era el mejor punto para llevar a cabo su actuación. Siempre adoptaban medidas extremas de seguridad en sus desplazamientos, lo que dificultaba en gran medida la realización de los seguimientos por parte de la Policía Nacional.
Una vez que el barco mercante había atracado en Avilés, la organización criminal se activó para recuperar el estupefaciente. Al llegar la noche, salieron de su domicilio en coche y, a baja velocidad, se dirigieron hasta un aparcamiento de la zona del puerto, donde tres de ellos se bajaron para esconderse entre los matorrales de la playa con la intención de no ser detectados. El conductor volvió a la vivienda y, durante el trayecto, cambió de vehículo como medida de seguridad. Fueron observados en todo momento, desde que abandonaron la vivienda.
Un equipo del GEO especializado en actuaciones acuáticas interceptó in franganti a los dos narcosubmarinistas cuando recuperaban la droga oculta. Mientras, el dispositivo policial establecido en tierra detuvo al individuo que se había quedado esperando en el exterior. Además, los agentes detuvieron al cuarto investigado, que trató de darse a la fuga embistiendo un vehículo camuflado de la Policía Nacional.
Los cuatro detenidos fueron puestos a disposición judicial y todos ellos ingresaron en prisión. Entre los efectos que se les intervino destacan 72 kilogramos de cocaína, 2.200 euros, 2.300 dólares, documentación, dos vehículos de alta gama y diez teléfonos.