Los tratamientos más prometedores están enfocados al trabajar la enfermedad, más que a la prevención. Un gran ejemplo es el trabajo desarrollado en el Hospital Universitario Insular de Gran Canaria, donde desde hace años se aplica la técnica pionera conocida como “Duodopa”
La enfermedad de Párkinson es una de las más estudiadas en todo el mundo. También es una de las más terribles, capaces de borrar la identidad y los recuerdos de una persona. Esta patología está detrás de la enfermedad de Alzheimer en cuanto a número de afectados. Y a pesar de haber mirado a los ojos de esta bestia, lo cierto que es que hoy en día sigue siendo una gran desconocida. Todavía no se tiene una cura. Por suerte, se cuenta con diversos tratamientos que ayudan a rehabilitar, en parte, a los pacientes; así como a reducir la progresión de la degeneración. Paso a paso, se va arrojando luz sobre esta enfermedad. Y cada día se está más cerca de poder prevenirla, si no curarla. Mientras tanto, ni el día ni la noche detiene a los investigadores que la combaten.
¿Qué es la enfermedad de Párkinson?
Con el nombre de su descubridor, James Parkinson, en el siglo XVIII, se conoce a esta patología que provoca, grosso modo, la degeneración del tejido pigmentado de nuestro cerebro. Poco a poco, este órgano va perdiendo funciones, a medida que se pierden neuronas debido a la acumulación de la α-sinucleína anormal. Las conexiones desaparecen y las funciones motoras se ven muy afectadas. Con el tiempo, la enfermedad de Párkinson afecta también al humor o incluso a diversas capacidades cognitivas. Aunque su principal víctima es el sistema motor. Una vez detectada la enfermedad sólo puede tratar de ralentizar la degeneración y paliar sus efectos. Existen tres tipos de tratamientos: el farmacológico, el quirúrgico y la rehabilitación. Normalmente se emplea una combinación de estos tres para tratar de mantener a los pacientes el mayor tiempo posible con una vida funcional. Si no se trata, el cuerpo podría perder parte del órgano más importante de control, el cerebro, fallando así el corazón o los pulmones. Otro factor clave es que es muy difícil determinar el pronóstico para cada persona ya que la enfermedad evoluciona de diferente manera. Hoy existen campos en los que se está haciendo grandes progresos para comprender mejor la enfermedad.
El origen intestinal
Desde hace unos años existe una extraordinaria hipótesis ganando peso con respecto al origen de la enfermedad de Parkinson. Esta proviene de un hecho muy común: la gran mayoría de pacientes han sufrido problemas digestivos durante años, antes de padecer la enfermedad. ¿Qué relación podría existir? Recientemente, un grupo de investigadores confirmaron mediante estudios parte de esta hipótesis. “Por primera vez hemos descubierto un vínculo entre el microbioma intestinal y el párkinson”, explicaba Sarkis Mazmanian, uno de los autores del trabajo. “El descubrimiento de que los cambios en el microbioma pueden estar involucrados en la enfermedad de Parkinson es un cambio de paradigma y abre nuevas posibilidades para el tratamiento de los pacientes”.
El microbioma es la manera de identificar al ecosistema bacteriano que existe viviendo en nuestros tejidos, normalmente la piel y el intestino. Cuanto más sabemos sobre él, más relacionamos su composición con nuestra salud. Pero ¿cómo afecta a la enfermedad de Parkinson? No se sabe con exactitud. Es decir, no se conoce el mecanismo exacto. Pero sí se ha observado que estos microorganismos del sistema digestivo influyen en el desarrollo o no de la enfermedad. De hecho, ya se sabía que la microbiota intestinal influye en el desarrollo neuronal, en las capacidades cognitivas, en la ansiedad e incluso en la depresión. Pero es la primera vez que se ve una relación, todavía sin explicar, de su influencia en las enfermedades neurodegenerativas.
Técnicas pioneras en Gran Canaria
Así, esta relación podría servir para desarrollar una diana terapéutica. Esto quiere decir que podría desarrollarse un fármaco con el que tratar esta microbiota de forma que se pudiera prevenir la enfermedad. Pero los tratamientos más prometedores están enfocados al trabajar la enfermedad, más que a la prevención. Un gran ejemplo es el trabajo desarrollado a partir del Hospital Universitario Insular de Gran Canaria, donde desde hace años se aplica la técnica pionera conocida como “Duodopa“. Dicha técnica consiste en instalar un catéter permanente implantado en el duodeno para administrar de forma continua un gel de levodopa y carbidopa.
Estas dos sustancias son fármacos que penetran en el cerebro, donde se sobreviene la transformación en dopamina. Muchos de los síntomas característicos de la enfermedad de Parkinson son debidos a una deficiencia de esta sustancia en el cerebro. De ahí que el tratamiento farmacológico se centre en suplir esta deficiencia. Pero no es suficiente para poder acabar con todos los efectos. La función de la Duodopa consiste en ofrecer otra alternativa a los pacientes que no puede operarse o cuya medicación no hace ya efecto. Este tratamiento no sustituye, por desgracia, a la cirugía ni a la rehabilitación. La Duodopa ayuda a mejorar la calidad de vida, no para curar la enfermedad del Párkinson.
Con esta técnica, los pacientes experimentan una enorme mejora, reduciendo la hipocinesia y otras afecciones que reducen su movilidad. La enfermedad de Párkinson es una patología que afecta a unos 3.000 canarios dentro del total de 100.000 pacientes afectados en España. Gracias a técnicas como esta, y a investigaciones como la anterior, el Parkinson es cada vez mejor entendido y cada día está más cerca su final. O, al menos, de ser considerada como una terrible enfermedad. Por suerte, es ya sólo cuestión de tiempo.