El cielo de Canarias no es célebre únicamente bajo la luz de las estrellas. El mar de nubes y sus extrañas formaciones convierten en espectáculo estos curiosos fenómenos naturales que saca a relucir este artículo divulgativo de la ACIISI.
Las islas Canarias son un lugar extraordinario para los amantes del celaje, muy a menudo se observa un impresionante firmamento compuesto por un mar de nubes extrañas y sugerentes. Y es que el Archipiélago alberga todos los tipos básicos de nubes conocidas, solo es cuestión de tiempo y paciencia para disfrutar del espectáculo meteorológico que ofrecen.
Nubes lenticulares ¿qué son y cómo se forman?
Hay nubes con forma de sombrero, de lentejas o, incluso, de naves espaciales, y no son otra cosa que nubes lenticulares. Este tipo se forma a gran altitud, aisladas de otras nubes y suelen poder verse en zonas montañosas tras un tiempo borrascoso. También pueden formarse a media o baja altitud si las corrientes de aire verticales así lo permiten. Es precisamente esta cuestión la que dirige la formación de estas nubes.
Hace falta viento para que se formen, y lo que se conoce como inversión térmica. Esta ocurre cuando la capa inferior de aire se encuentra más fría que la de arriba, cosa que no es nada habitual. El aíre cálido, en estos casos, es más estable que el aire frío de la capa inferior. Al encontrarse con la montaña, el aire frío desplaza a la capa superior, más cálida, mientras asciende. Sin embargo, la capa cálida trata de mantener su posición debido a su estabilidad. Estos intentos de descender, provocan que el aire frío, que de nuevo se calienta, vuelva a empujarlo hacia arriba de nuevo. Esto crea un movimiento ondulatorio que se propaga varios kilómetros tras el paso de montaña.
Esta “onda de montaña” es la base de las nubes lenticulares. Al cargar con agua suficiente, y mientras baja la temperatura hasta el “punto de rocío”, se genera una nube que normalmente toma la misma forma que la cresta de la onda. Por esta razón se forman asemejándose a sombreros, lentejas y naves espaciales. Es más, se pueden formar en varias capas una encima de otra, efecto que se ve espectacular.
Para todos los gustos
Por su altitud, se diferencian tres tipos de nubes: cirrocúmulos, altocúmulos y estratocúmulos, se producen entre los 12, los 2,4 y 6 y los 2,1 kilómetros, respectivamente. Normalmente los cirrocúmulos son responsables de que se formen las nubes lenticulares, y los estratocúmulos causan los mares de nubes que se pueden ver normalmente entre las islas. Pero hay más, y Canarias es una fuente inagotable de avistamiento de nubes, como las “undulatus”, una rara formación nubosa y ondulada, y que algunos expertos consideran un nuevo tipo de nubes.
Estas nubes suelen ser altocúmulos que forman ondulaciones debido a un efecto muy similar al de las nubes lenticulares. Si la densidad de la nube es suficiente, el espectáculo está servido. Las nubes más comunes que se observan en las islas, sin embargo, suelen ser estratocúmulos. Como si de nubes esponjosas se tratasen, el mar circundante las arrastra suavemente hacia las islas. Una vez allí se topan con la orografía, inexistente a ras de mar, y los cambios de temperatura.
Panza de burro
La expresión “panza de burro” tan común en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, por ejemplo, hace referencia a un curioso fenómeno meteorológico propio del norte de la isla. Es el efecto Föhn (o Foehn) y hace referencia a cierto viento de los Alpes alemanes. Como en los Alpes, los vientos alisios transportan los estratocúmulos, las nubes más bajas, hasta las laderas del noroeste de Gran Canaria. Pero esta masa de aire más cálido se enfría mientras asciende, de manera que se condensa y termina asentándose en la misma cara que trataba de trepar.
De esta forma, la zona se cubre de nubes densas, suaves y grisáceas, como si de la barriga de un burro se tratase. El efecto föhn cubre el cielo impidiendo el paso del sol y creando unas condiciones especiales de humedad y temperatura. Esta es la particular razón de que la cara noroeste de la isla sea notablemente más frondosa y verde que el resto de Gran Canaria. Además, este efecto impide normalmente la formación de otros efectos como los mares de nubes undulatus, o las nubes lenticulares. Pero, a cambio, en las laderas de Gran Canaria, al igual que en lo alto del Teide, se puede observar el mar de nubes trepando perezosamente hasta la cima, otro espectáculo digno de ver.