Por Marea Blanca de Tenerife.
Todo depende de ella, con la correlación actual de repliegue y pérdida de confianza en las propias fuerzas por parte de los agentes sociales, está garantizada la continuidad de las políticas que los gobiernos central y canario están impulsando para sufrimiento de los pueblos del Estado español y del canario en particular.
En Canarias, con tasas de obesidad infantil que superan el 44%, en comparación con el 26% de media estatal, niños de 12 años con hipertensión y diabetes, con causa en la mala alimentación, consumo de comida saciante y barata, de alimentos ricos en grasas, con la paradoja de tener la cesta de la compra más cara del Estado español pese a tener una elevada tasa de pobreza, con especial carga sobre los productos frescos, hecho que favorece el consumo de alimentos procesados. El 24,4% de la población canaria padece el síndrome metabólico (es decir obesidad, diabetes e hipertensión) que genera cada vez más consultas médicas, más tratamientos, más ingresos hospitalarios, más urgencias y termina por llevar a la insuficiencia renal y a la necesidad de diálisis y de trasplante renal. Hay siete veces más diálisis renales en Canarias que en el País Vasco, así como muchas más amputaciones de piernas por diabetes y la tasa más alta de ceguera (retinopatía diabética) del conjunto del Estado.
Todo lo anterior se corresponde con las verdaderas listas de espera para especialistas que la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Canarias ha hecho públicas esta semana, frente a la información fraudulenta que proporciona la página web de la Consejería de Sanidad. En lo que se refiere a la situación de salud y de atención sanitaria en nuestras islas, ni los pacientes ni los profesionales podemos, desde la pasividad, esperar que una Consejería de Sanidad impulsora del desmantelamiento y privatización de la misma desde hace muchos años y ahora directamente en manos de la patronal de la sanidad privada, pueda cambiar dicha trayectoria por las buenas. Es evidente que solo puede haber una forma de lograrlo, la movilización ciudadana y de los trabajadores sanitarios de modo conjunto y unitario que logre efectivamente cambiar la correlación de fuerzas a favor nuestro, obligando a la Consejería a aceptar nuestras propuestas.
Sigue sorprendiéndonos que por muy evidente que sea lo dicho, los sindicatos con más representación, enredados en una negociación que no va a ninguna parte, no sean capaces de verlo y de actuar en consecuencia y así nos va, porque deben ser ellos los que por su nivel de organización actúen de punta de lanza para animar a los usuarios y pacientes a seguir también el camino de la movilización. Por eso su responsabilidad en el mantenimiento del actual estado de cosas es doble, por no cumplir con su papel y además por servir de justificación para que muchos profesionales y usuarios conscientes eludan la suya propia.
Una vez más llamamos a los sindicatos a retomar la imprescindible movilización, levantemos juntos un potente movimiento de lucha con fuerza suficiente para arrancar soluciones urgentes y duraderas con las que garantizar a nuestra población el sistema de salud y de atención sanitaria acorde a sus necesidades y por tanto suficientemente dotado de los correspondientes recursos humanos y materiales.