Hay que tener agallas, más coraje suficiente, con la determinación precisa, para acometer un verdadero proceso de modernización y puesta al día de nuestra Administración Pública.
Es urgente, porque ejemplifica uno de los principales problemas estructurales que padecemos, con repercusiones múltiples en todos los ámbitos vivenciales ciudadanos y, por supuesto, en el amplio campo de la actividad económica. Hay que asumirlo no con resignación, que ya significaría darlo por imposible, sino precisamente con ganas de vencer este obstáculo, cual muro infranqueable, que todo lo para, ralentiza y perjudica. Abordarlo de frente, sin miedo ni complejos, ya que es un impedimento crónico para avanzar.
Es oportuna la disposición abierta, positiva, para arreglar los defectos de funcionamiento de la Administración Pública, en todos sus niveles territoriales, autonómico, insular o local, que la hace estorbadora e inútil, tanto para la inmensa mayoría de la gente, como para el conjunto del tejido empresarial, así como también para el sistema productivo, que lo enferma en demasía, provocando disfunciones que ponen en riesgo la estabilidad y el crecimiento económico e incluso las políticas de desarrollo sostenible.
El impulso que desde la presidencia del Gobierno Autónomo se está dando para la elaboración del Plan de Evaluación de Políticas Públicas de Canarias, EPCAN, es un avance a un modelo de gestión moderna, buscando mejorar la calidad del servicio público, optimizando los recursos que en algunos servicios son pocos; en otros, deficientes; y en algunos, más de la cuenta. La puesta en marcha de la innovación aplicada al modelo de evaluación, sumado al compromiso de transparencia, augura una línea de trabajo para buscar soluciones viables o aplicables que generen, a su vez, políticas eficientes y posibles, para que puedan ser ejecutadas por la Administración, convirtiéndose así en un verdadero servicio público que es y tiene que ser su esencia.
El presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, ha resaltado que solo “una evaluación continua de las políticas nos permitirá conocer si estamos cumpliendo la hoja de ruta y si estamos cumpliendo con el objetivo de situar al ciudadano en el centro del sistema público”. Estamos totalmente de acuerdo, hay que medir constantemente lo que se hace o, mejor dicho, lo que deja de hacerse por incapacidad manifiesta de la burocracia actual, para que se corrija inmediatamente y evitar el daño que está produciendo a los ciudadanos y a las empresas una Función Pública que cuenta con medios técnicos del siglo XXI y, después, resuelve con tiempos del siglo XIX. Algo falla y mucho; hay que remediarlo, porque Canarias no puede seguir soportando una Administración Pública viciada, inoperante y desequilibrada territorialmente, tanto entre islas y los distintos servicios o departamentos, como desde el punto de vista del empleado público.
Benito Pérez Galdós, novelista, dramaturgo, cronista y político español, dijo, entre su abundante literatura, lo siguiente: “los dos partidos que se han concordado para turnar pacíficamente en el poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales; ningún fin elevado les mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla y llevarán a España a un estado de consunción que de fijo ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica; y adelante con los farolitos…” hace pensar si hemos subido algún escalón o seguimos en estado lastimero. Oscar Izquierdo.