El mes veraniego por excelencia ha sido un batiburrillo de acontecimientos compuesto de cosas distintas o de géneros diferentes, una mezcla, unión de unas cosas con otras, con un denominador común, que ha sido su afectación a Canarias. El esperado encuentro entre Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, y Fernando Clavijo, presidente del Gobierno de nuestra Comunidad Autónoma, que hubiera sido lo más normal en las relaciones institucionales que deben de acontecer entre los distintos niveles territoriales del Estado, estuvo jalonado por la tardanza en su celebración, prorrogándose más del tiempo preciso, con todo tipo de malentendidos o suposiciones, porque sencillamente le dio la gana o mejor dicho no le apetecía al que vino de Iberia. Por fin se celebró en la Isla de La Palma, gracias a la engorrosa aquiescencia o magnanimidad, exclusiva de la marca embrolladora del “sanchismo”.
Por el contrario, con la sensatez que le caracteriza y la experiencia ya acumulada, a pesar de su joven apariencia, el presidente de Canarias Fernando Clavijo manifestó después de la reunión que “No podré mostrar mi satisfacción hasta que los compromisos planteados hoy se hagan realidad», desde luego, el dirigente local tiene mucha razón, no es la primera vez que sale escaldado, porque si la reunión se hubiera celebrado un día antes, seguro que le habría prometido otra cosa y si fuera el caso de que hubiera sido un día después, también saldría al paso con cualquier otra artimaña, porque de su cumplimiento siempre se estará en la duda, cuando se refiere a su consumación para con nuestro Archipiélago. Fernando Clavijo ha reiterado que «las entidades que atienden en primera línea a los menores migrantes constatan que nuestro sistema de acogida hace tiempo que superó el límite de capacidad. Necesitamos respuestas urgentes. Es un problema de Estado. No nos pueden dejar solos en la respuesta a estos niños y niñas».
El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, que siempre se ha caracterizado por decir claramente lo que piensa, ha manifestado que el Gobierno de España trata a Canarias en materia migratoria “como a Marruecos o Mauritania, países a los que se da dinero para que hagan de última barrera” en el movimiento de pateras y cayucos, abandonando y dejando sólo a nuestras islas en esta terrible, cruel e inhumana crisis migratoria. No se trata sólo de aportar dinero aquí y mirar constantemente de reojo para Cataluña y Euskadi por si acaso, sino de multiplicar esfuerzos para encontrar la solidaridad de la totalidad de las Comunidades Autónomas de España y cuidado, muy importante e imprescindible, de todos los Estados miembros de la Unión Europea.
El otro, es el inefable Óscar Puente, ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, que como decimos coloquialmente “por donde quiera que vaya monta el pollo”. Los trenes no le funcionan, el caos este verano ha sido terrible y en cambio, aparece por estos lares, todo él emperifollado, para dar lecciones magistrales, aprendidas en Valladolid, sobre gestión pública y ejemplificar la recuperación de La Palma como un éxito, ¡que se lo pregunten a los palmeros! No se trata de venir en una visita fugaz, protocolaria y engalanada, para machacar sobre lo que parece que no funciona en los otros y poner en valor sobrenatural lo que desde Madrid se administra, haciendo una película de buenos y malos.
La Agenda Canaria que se pactó entre los dos gobiernos, central y autonómico, a principios de la Legislatura, parece que no se ha cumplido fiel a lo escrito o hablado, sino que se ha quedado en el limbo de “ya si eso” la cumplimos. Como siempre ha pasado. Oscar Izquierdo.