Desde la distancia tomo la imagen de una persona que tiene muy claro ser un trabajador por cuenta propia. Tiene una empresa de Katering, o lo que queda de ella. Toda la vida currando y aparece un tal Coronavirus y como el comandante, mandó a parar. Ahora está sobreviviendo gracias a las pocas personas que les piden simples bocadillos, o algún que otros platos.
Gracias al destino, la dueña del salón está aguantando también el sufrimiento de la tormenta y según el caballero esto comenzará a ver la luz, dentro de siete meses aproximadamente, es decir, qué nos está dando mucha moral.
Se quedó con las deudas de los Catamaranes dedicados a las excursiones, porque lógicamente también están perdidos en el limbo y seguramente estarán sufriendo en éstos momentos el pago del alquiler por sus atraques. Siendo trabajador por cuenta propia no llega ni a cobrar diez euros al día currando catorce horas diarias.
En estos tiempos quienes están llevando mejor todo este rollo, son los que jamás dieron palo al agua, acostumbrados a vivir de las ayudas, porque conocen el camino más rápido para llegar a quienes firman dichas ayudas. Están quienes sienten o sentirán vergüenza cuando tienen o tengan que llamar a Asuntos Sociales o a Cruz Roja, pero si estás leyendo esta carta y pasas por ese trance, no te cortes que los políticos jamas se cortan y muchísimos son unos cara duras más descarados que ninguno.
¿Cuántas personas en estos últimos meses habían invertido todos sus ahorros en montar pequeñas empresas, y encontraron esta sorpresa?. Infinidad de casos podríamos compartir seguramente, pero la parte positiva de todo esto será el cambio radical y hablaremos de los más afortunados con sueldos vitalicios, o de contratos en Ayuntamientos sin saber ni donde están y cuando dejan los Ayuntamientos preguntas por ellos y siempre la misma respuesta, “Ahora está en el Cabildo”.
Estimado lector, le dejo que el amigo de la foto adjunta se está levantando para irse. Gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá.
Por: Juan Santana.
