Existen personas que piensan que los humanos necesitan hacerse iconos e ídolos, que no solo son religiosos o metafísicos, sino pueden ser sociales, políticos, económicos, culturales… No sé, si los psicólogos y antropólogos y sociólogos y filósofos, de existir esta realidad, han sido capaces de describir las razones y causas y motivos porqué y por qué los hombres necesitan hacerse iconos e ídolos.
Quizás, los humanos sientan que les falte algo. Debemos explicar que la necesidad de un Dios no es el mismo que la de un ídolo. Por tanto, sea uste ateo, no crea que estoy argumentando en contra de Dios, sea usted creyente, no sienta que estoy en contra de su Dios.
Pero es la realidad, todos los humanos, unos más que otros, quizás, una de las diferencias y taxonomías que se pueden hacer, todos buscamos en mayor o menor grado, iconos de alguna clase, iconos-ídolos de algún tipo. Puede que existan humanos, quizás, en una proporción muy pequeña que no hayan caído en esta realidad. Pero así es. Unos será el poder, el dinero, las experiencias sensitivas de un tipo o de otro, otros serán un sistema de ideas, otros serán personas de carne y hueso, otros ideologías, otros una actividad concreta… Y, así, irá e irán pasando la vida.
Algunos, también, debemos aceptar que dejan de creer en esos ídolos-iconos, o esos iconos-ídolos. También, hay edades más propicias para ello. Hay también etapas de la vida, que se admiten uno o un conjunto de ellos, y se está durante toda la vida, alimentándolo…
Me llama la atención que cientos o miles de personas, generalmente adolescentes, estén esperando en una fila dos días, con sus noches, para comprar entradas de su ídolo-icono de la música. Me llama la atención la gran presencia de algunos líderes políticos o culturales o religiosos o sociales en algunos corazones de los humanos. A veces, algunos líderes políticos han tenido casi una servidumbre medieval por parte de cientos de miles de personas.
Hace unos años, en una fotografía en prensa, una persona y personaje público de rango inferior, se acercó en un mitin o conferencia o realidad social, a un Líder Máximo de una ideología, lo miraba, en la fotografía, salía reflejado, como esos cuadros que “un santo o una santa o un ángel mira al mismo Dios Cristo”, con una cara de endiosamiento, de casi adoración, de alabanza interna. Cierto es, que por esa misma foto, después, estuve mirando su trayectoria de esa persona y personaje, y, en unos años, no más de diez ha ido ascendiendo en las escalas de jerarquía de esa organización…
Marilyn, el gran ídolo-icono de la Norteamérica y de medio mundo del siglo veinte, diríamos de la segunda mitad del siglo veinte. También tenía su corazón, tenía sus heridas profundas de juventud y niñez, tenía, dicen una alta inteligencia. Eso de niña rica pero pobre, o niña pobre pero rica. En el caso, no fue rica de niña, sino nacida en una familia, que suavemente, denominamos desestructurada.
No soy yo, quién va a juzgar a Marilyn, ni a los cientos de ídolos-iconos que los humanos se hacen, sean en el campo social o de la moda o de la canción o del cine o de la política o de la cultura o de la filosofía. Porque en la filosofía también existen, y, en menor medida, porque los que la practican se tienen a ellos como analizadores y analizantes y pensantes y pensadores y filósofos y filosofantes a y en todos los niveles. Pero también existen, recuerdo que de joven, cuando Zubiri daba unas conferencias, decían que el salón se llenaba y había que pedir vez y número. Esto también se ha hecho, cada siglo tiene sus filósofos iconos-ídolos, podríamos poner en el siglo veinte algunos: Heidegger, Sartre, Wittgenstein, etc. Ahora en el siglo veintiuno, se están esperando las grandes cabezas que sean tomados como paradigmas del pensar…
Quizás, cada hombre o mujer se siente incompleto, y, esa es la necesidad profunda de buscarse objetos a “adorar”, -no me refiero a Dios-, sino cosas o ideas o maneras de ser o experiencias o formas de existir en la vida o personas o sistemas de ideas. Quizás, podría estudiarse esta realidad, porque quizás, nos aportaría gran luz. Recuerdo el testimonio de un judío que asistía a los mítines de una Autoridad Máxima de su época en el primer tercio del siglo veinte. Y, el mismo contaba después, que “a ese líder lo despreciaba y minusvaloraba y lo vituperaba”, que no lo admitía de ninguna manera y de ninguna forma, que estaba en contra de él. Pero que después asistía a sus mítines, y se quedaba anonadado, embelesado, de alguna forma lo “adoraba”. Y, no era capaz de controlar, esos dos conjuntos de sentimientos tan contrarios y contradictorios. Antes de entrar en el mitin, lo odiaba, y, después, en el mitin, lo casi adoraba…
¿Qué somos y qué podemos ser…? Esto es lo que llevamos miles de años intentando dilucidar. Eso, es lo que este modesto artículo intenta también añadir con un pequeño grano de arena. Esa es la razón, creo yo, de las columnas periodísticas, intentar ir descifrando los misterios del hombre. Pero Marilyn, desgraciadamente falleció, y, Marilyn, hasta dónde sabemos fue muy infeliz, y, Marilyn, hasta donde conocemos fue utilizada por demasiados hombres varones, de mucho poder y de mediano poder y de poco poder… ¡Descanse en paz…!
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