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Antonio Pastor A. | Ayuda a la Iglesia necesitada

Ayuda a la Iglesia necesitada

Hoy se habla mucho de la Iglesia de los pobres; pero, seguimos comprobando, tras la farsa de la pandemia,  que son cada vez más numerosos los pobres que se sienten abandonados por la Iglesia, decía un nuevo rico, político, comunista. En las innumerables victimas del capitalismo y del comunismo se repite la tragedia del siglo pasado: en la que muchos oprimidos pierden la confianza en la Iglesia porque ésta, no consigue convencerles de que está y sigue presente a su lado.

Y los fieles perseguidos de Europa oriental como Ucrania, están desilusionados porque el máximo representante de la Iglesia en Roma, no condenar al comunismo. Los que forman parte de la Iglesia próspera y que se jactan de ser católicos adultos, saben que el tiempo de los anatemas ha prescrito y que incluso sin coacción, hay que seguir llevando con la práctica, la doctrina social de la Iglesia.

Este dolor, tanto en Europa como en Iberoamérica, como en países comunistas, clama al cielo y alguna vez empuja a las personas hacia la muerte. El parón de la economía, con la pandemia, y el cierre de empresas y autónomos – orgullo de este gobierno – al no poder pagar los salarios a sus trabajadores, han generado muertes y la indigencia en sus familias, engrosando las lista de  los modernos esclavos. Algunos de sus hijos murieron de hambre. Aunque dicen, que no hay datos ni autopsias.

¿Señalarán y juzgará, esta sociedad a los políticos gobernantes,  responsables? Ya lo hacen en otros países. Hemos observado que los sindicatos, controlados por un presunto gobierno social comunista, no han ayudado a los más necesitados porque sus responsables están presuntamente, vendidos. Pero, aun sin recaudación de la cuota obrera, han hecho acopio del mullido colchón o sostén económico, sin dar un aparente palo al agua.

Queda demostrado que el poder de los sindicatos no procede de los obreros, sino del Gobierno y otros. Cobran suculentos sueldos, viven opíparamente, muy lejos del pueblo necesitado de trabajo, al que guardan de liberar de la miseria, pues la miseria vive de la revolución mundial. Este es, el dogma del comunismo. Los comunistas odian a la Iglesia porque sigue siendo la única autoridad que defiende a los pobres.

Amenazaron a los jóvenes militantes que luchaban por la elevación del proletariado. Dispararon en la pasada guerra civil contra los curas y monjas. Maltrataron, a los dirigentes de la Juventud Obrera Católica, que se las ingeniaban para, alimentar, educar a los analfabetos y convertirlos en activistas conscientes que conocen la legislación social y los derechos de los obreros, y son capaces de denunciar la dictadura de los sindicatos rojos. De los sindicatos que se ayudan a sí mismo. No al trabajador en precario.

El contagiado no sabemos donde está enterrado, víctima inerme de un sistema inhumano. En su dolor, lloraba su madre. No me digáis que la madre, tenía la culpa de  los muertos por la pandemia. Porque su madre es la santa Iglesia, la única fuerza que en este país, España, lucha – y alimenta – honestamente, por los pobres. Sigamos ayudando a la Iglesia necesitada.

Antonio Pastor A.

 

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