Este fin de semana, la pintoresca Villa de San Juan de la Rambla se prepara para dar inicio a las Fiestas Patronales en honor a San Juan Bautista.
Este evento anual destaca por su atractivo turístico y la celebración de tradiciones centenarias, que son un sello distintivo de la identidad ramblera.
Jonay Méndez, el segundo teniente de alcalde a cargo de Ferias, Festejos y Romerías, enfatiza la importancia de “el reconocer el buen trabajo realizado por la Comisión de Fiestas durante el pasado año, que ha dado como fruto un calendario de actividades de excelente calidad. Asimismo, el Consistorio ha prestado tanto apoyo económico como logístico para que todo se desarrolle con todas las garantías”.
Del 21 al 29 de junio, la plaza Rosario Oramas se convertirá en un hervidero de actividades culturales, musicales, infantiles y religiosas.
El evento inaugural será la VI Fiesta de Vinos y Tapas el viernes 21 de junio, donde los asistentes podrán disfrutar de los mejores vinos de la Isla y exquisitas tapas preparadas por restaurantes locales, todo amenizado con la música en vivo de Los Lola, Swing Latino y los DJ Ephemere y Alex Navarro.
La noche de San Juan es el momento para el Resonar del Bucio. Al caer la noche, los participantes, que aumentan cada año, descienden junto al artesano Ricardo González, tutelar del acto, por el sendero del Mazapé, antorcha en mano y haciendo sonar el bucio, hasta encontrarse con la imagen de San Juan, que espera en la avenida del Casco para iniciar la procesión de regreso a la plaza Rosario Oramas.
Al día siguiente, se celebra una de las tradiciones más antiguas de la Villa, el Encendido de Risco del Mazapé. Esta tradición ilumina el sendero del risco con más de 300 bolas de fuego en homenaje al Patrón en su paso procesional.
La noche culmina con un concierto de Olga Cerpa y Mestisay, parte del programa MARES financiado por el Consistorio y el Gobierno de Canarias.
Entre las tradiciones con mayor arraigo histórico, destaca la Papada, el acto final en el que cientos de vecinos de todos los núcleos poblacionales se reúnen para cenar en comunidad esa noche.
Cada grupo se encarga de aportar un alimento en esta cena colectiva, que sirve como punto de encuentro para familias que esperan año tras año la que consideran la “mejor cena del año”.