Los servicios sociales han actuado siempre para mejorar el bienestar de la población a través de la información, atención y apoyo a los colectivos más vulnerables de nuestra sociedad. Por ello, cuando hablamos de los servicios sociales de nuestro municipio debemos ser conscientes de la labor de acompañamiento que se desempeña por parte de esta área ante situaciones personales, familiares o sociales en las que se requiera este tipo de apoyo.
La crisis sanitaria que ha azotado a nuestro país, así como el estado de alarma y el consecuente confinamiento en nuestros hogares, ha supuesto que sea aún más visible el encomiable trabajo que realiza a diario el personal del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) del Ayuntamiento de San Miguel de Abona. Hablamos de un equipo que también se incluye dentro de los Servicios Sociales locales y que cada día muestra un lado solidario que va más allá de lo estrictamente profesional.
En este sentido, Arturo González, alcalde del municipio, ha destacado que “es imprescindible atender, ahora y siempre, a quien más lo necesita, tanto por su estado de dependencia como por sus condiciones de vida”, añadiendo que por esta razón, “el trabajo que desempeñan las trabajadoras del SAD es determinante y esencial y, como tal, debe ser reconocido por nuestra parte”. Igualmente, la concejala de Servicios Sociales, Nuria Marrero, resaltaba que “se trata de un recurso esencial en estos momentos de alarma social, sobre todo para las familias que no pueden estar cerca de los usuarios del SAD”. La edil puntualizaba que “el equipo de trabajo está demostrando su lado más humano, proporcionando a la persona dependiente el cariño que necesita ahora más que nunca”. Además, cabe destacar que, como medida complementaria al servicio que desarrollan, las auxiliares informan cada día a los Servicios Sociales sobre las situaciones relevantes que puedan presentar los usuarios, por si fuese necesario algún otro tipo de cobertura.
Un trabajo que siempre ha ido acompañado por valores tales como el respeto, el esfuerzo, la paciencia, la prudencia y la sensibilidad para con aquellas personas que cada día esperan la llegada de este servicio. Y es ahora cuando, ante una situación sin precedentes, estas trabajadoras han demostrado que es imprescindible el gesto de empatía y solidaridad; el estar y acompañar; el ofrecer palabras de aliento; el escuchar o el regalar una sonrisa; y, sobre todo, entender que, en la mayoría de las ocasiones, un oído atento o unas palabras cómplices son suficientes para que quien las recibe sepa que no está solo.