Veinticuatro velas y flores homenajean este viernes, 3 de febrero, en el patio del antiguo Convento Franciscano de Granadilla de Abona, a las víctimas de la tragedia que tuvo lugar hoy hace 60 años. Con motivo del aniversario hubo un pequeño y sencillo acto institucional que contó con la presencia del alcalde, José Domingo Regalado González, y del párroco de Granadilla, Jesús Pérez Báez.
El regente municipal dedicó un mensaje de afecto y cariño a las víctimas y familiares de los fallecidos en una de las mayores tragedias civiles de Tenerife y que quedará para siempre en la memoria colectiva del pueblo. Por su parte, el párroco pronunció unas palabras de consolación y en recuerdo de todos los afectados por este terrible incidente.
Velas y flores recuerdan en este día aquel fatídico suceso, junto a la placa de mármol donde aparecen inscritos nombres y apellidos de los fallecidos en la mayor catástrofe de la historia de Granadilla de Abona: Luis Villalba Flores, Manuel Rancel Martín, Isabel González, Victoria Gaspar González, María Mercedes Perera Hernández, Cecilia Delgado, Mercedes Rodríguez, Fernanda Oramas, María del Rosario Casanova, Consuelo Pimienta, Blanca Pimienta, Leonicia Torres, José Ramón García Vidal, Carmen Vidal González, José Toledo Rancel, Lorenza González, Carmen Casañas, Rosa Casañas, Ignacio Casañas, Soledad González, Rosa Quintero, Guadalupe Domínguez, María Esther Martín y José Martín González.
Historia de la tragedia
Según relata el cronista oficial del municipio de Granadilla de Abona, Emiliano Guillén Rodríguez, eran las 14.35 horas del domingo 3 de febrero de 1963, cuando el pueblo de Granadilla sufre la peor catástrofe de su historia, no sólo por el abultado número de víctimas, sino también por las circunstancias en que perecieron.
En las viejas instalaciones del antiguo cuartel de San Francisco, se había concentrado un estimable número de personas con la finalidad de obtener su carne de identidad, porque hasta el municipio se había trasladado un equipo del Ministerio del Interior.
En aquella hora llovía y granizaba copiosamente y muchos transeúntes se refugiaban en el local. Se estima en unas 1.300 personas las que se encontraban en el interior del ya longevo caserón en el momento en que cede parte del corredor superior del claustro, precisamente donde se hallaban instaladas las mesas de expedición.
El estruendo de los materiales y personas que cayeron al patio interior sobre los congregados desató entre los presentes una situación de incertidumbre y pánico general que degeneró en tragedia, produciéndose, por esta causa, tan elevado número de víctimas. La mayoría de ellas murieron por asfixia y aplastamiento en torno al descansillo de la escalera que daba acceso a la calle. Los heridos superaron el centenar y los muertos fueron 24.
Conocida la terrible noticia, se activa un dispositivo de ayuda y se pone en marcha hacia Granadilla, trasladándose ambulancias, Cruz Roja, Guardia Civil, equipos médicos y voluntarios que parten de Santa Cruz, La Laguna y otros lugares para asistir a los damnificados y trasladar a los heridos a distintos centros sanitarios.
El pueblo granadillero colabora ofreciendo sus casas, cocinas, mantas, calor humano y todo cuanto dispone. Las avionetas del Aeroclub de Tenerife tratan de participar de inmediato, pero la adversidad climática reinante les impide volar. Un avión de la compañía Tassa toma tierra en el aeródromo de El Médano con el médico del aeropuerto para trasladar heridos graves.
Después de una noche larga, gris, fría y triste, tiene lugar, al día siguiente, un multitudinario desfile de féretros y personas recorre la arteria central de la Villa, camino del cementerio, en el que se estimaron unas 20.000 personas entre los asistentes al sepelio. Ahora, cuando se cumplen 60 años de tan lamentable suceso, el pueblo de Granadilla reitera su profundo agradecimiento a todos los que estuvieron altruistamente a su lado en aquellos momentos tan difíciles.