La isla de Tenerife está sumida en un verdadero colapso viario, que está repercutiendo directamente en la eficiencia económica, en el aumento de los costes empresariales y en la cohesión social. La isla está divida en tres zonas, metropolitana, norte y sur, con difícil intercomunicación y atascos continuos. La repercusión de esta situación tiene efectos psicosomáticos en muchas personas, que todos los días tienen que soportar horas en las carreteras por falta de fluidez.
El propio vicepresidente del Gobierno y Consejero de Obras Públicas ha reconocido que actualmente Tenerife es la isla que más necesidades de infraestructuras viaria tiene, así como mayores problemas de congestión y movilidad en carreteras. Desde la Patronal de la construcción se afirma que el Ejecutivo conoce perfectamente el diagnóstico y lo que hay que hacer es ponerlo por obra. La segunda pista del Aeropuerto del Sur es imprescindible, una nueva y moderna terminal necesaria, acabar con las colas en la TF-5 y TF-1 una obligación y cerrar el Anillo Insular un clamor ciudadano.
No ejecutar ahora las obras básicas y estructurales necesarias en la isla, necesitará de un esfuerzo mayor en el futuro, tanto financiero como de estricto coste económico, que pude hacer que su ejecución sea irrealizable. Las distintas administraciones públicas, cada una en su ámbito de actuación, tienen que tener conciencia de la necesidad de la eficacia y del ahorro, lo que equivale, aunque parezca paradójico, a invertir en infraestructuras, porque de esa manera se está consolidando el presente y garantizando el provenir de nuestros hijos y nietos.
Canarias se entiende y se vive sólo desde la insularidad. Cuando se intenta, de manera artificial, construir una identidad que no tiene en cuenta nuestra realidad física se fracasa y se producen los agravios comparativos.
En las últimas décadas las obras se han financiado, licitado, ejecutado e inaugurado en todas las islas a excepción de Tenerife. Por lo que el equilibrio, que siempre es necesario porque los recursos son escasos, tiene que pasar necesariamente por una mayor inversión y prioridad en la ejecución de obras en nuestra isla, para de esa manera estabilizar Canarias en cuanto a dotación en equipamientos públicos entre todas las islas. Si Tenerife ha recibido menos en los últimos años, ahora toca compensar. Lo que no puede ser, es que cada vez que se prioriza una actuación en la isla, inmediatamente se busca su correspondencia en Las Palmas basándose en una pretendida proporción ecuánime. La realidad ha demostrado que de esa manera no ha habido igualdad y si mucha asimetría en perjuicio de Tenerife.