El sociólogo y experto en nuevas masculinidades imparte talleres con alumnado, profesorado y familias de Arona para abordar un cambio que prepondera la empatía y la identidad sobre los estereotipos de género.
El sociólogo y sexólogo, especialista en género, masculinidades y prevención de violencia machista, Erick Pescador Albiach, ha estado en Arona durante esta semana impartiendo diversos talleres participativos con el alumnado de la ESO, el profesorado y las familias, unas acciones que ponen el foco en la necesidad de un nuevo modelo para desterrar la violencia y donde la empatía, la educación y la concepción de la identidad propia contra las imposiciones y estereotipos de género son “elementos que sabemos que van a reducir, de forma extrema, que los adolescentes estén en una situación de violencia de género”. El experto explica los detalles del proyecto Ulises y aborda un modelo sexista que “nos minusvalora a todos”, porque, “en temas de igualdad y violencia machista, no hay posición intermedia, no se puede estar a favor o en contra; se trata de un asunto de justicia y equilibrio, donde el silencio o quietud se convierten en cómplices de la desigualdad y la injusticia”.
Con un lenguaje cercano y ejemplos sencillos pero rotundos, apoyado en estadísticas, investigación académica y los resultados de muchos años de escuchar a jóvenes, Pescador Albiach muestra una realidad en la que concluye que la violencia emana de un modelo de poder imbricado en la estructura social. Forma parte de la Red de Hombres por la Igualdad y de un grupo creciente de personas que defienden que la solución pasa por educar a los hijos para que crean en sí mismos, en su libertad para elegir su identidad como hombres y mujeres, así como en trabajar la empatía, la paternidad presente y corresponsable, la prevención de la violencia machista y las sexualidades.
Una revolución social que considera que el modelo de amor debe cambiar para ser un espacio de disfrute, no de sufrimiento, “de mujeres esperando junto al teléfono”; donde los maridos y padres recuperen “lo afectivo” frente a un rol “efectivo”; donde se deje de estigmatizar a la víctima y se señale al agresor para que sienta vergüenza; donde no solo se prevenga a las mujeres, sino también se enseñe a los hombres a no ser agresores.
Una de las propuestas para avanzar es este programa Ulises de educación para la prevención de la violencia machista desde las sexualidades, las masculinidades y el aprendizaje del cuidado propio, con cuatro líneas de acción e investigación y que también se lleva a cabo con cuerpos y fuerzas de seguridad o profesionales, una formación que cree debe extenderse a los jueces y abogados para que comprendan cómo funcionan las estructuras de la violencia. “Creo en el cambio, pero es fundamental entender que esto es un proceso y no debemos perder la esperanza”.
Hacia el “buentrato”
El experto habla de “buentrato”, un concepto que para Pescador y una parte creciente de profesionales, parte de la libertad de elegir qué clase de hombre y mujer se quiere ser y no ceñirse al “sentido que damos a lo masculino”. “Cada vez veo en mi consulta a más hombres de 45-55 años que dicen no saber qué han hecho con sus vidas en los últimos 20 años, que no saben cómo comunicarse con sus hijos adolescentes. Han dedicado tanto tiempo a lo efectivo, a conseguir dinero para darles una vida mejor, que se han distanciado y han olvidado lo afectivo”.
Pescador desgrana en sus ponencias los avances de 31 años de coeducación y donde cada vez “somos más capaces de detectar y ver esa realidad de violencia machista. Hasta 1997, con el trágico caso de Ana Orantes, sabíamos muy poco sobre violencia de género, ahí despertamos”
No obstante, el trabajo no ha hecho más que empezar y así se refleja en las mujeres asesinadas por sus parejas, en las estadísticas de denuncias por violencia de género o en los datos incalculables de casos que se mantienen en silencio. Además, en España no se incluye, en esas estadísticas de violencia de género, a las mujeres muertas en el ejercicio de la prostitución, que no están en una situación de pareja o que fallecen pasadas las 48 horas desde la agresión.
Asimismo, resalta que “tenemos toda la información de las víctimas asesinadas, pero no de los agresores, de ellos no sabemos nada. Es necesario nombrar a los agresores, ponerlos en la primera línea y que se avergüencen. Como ejemplo, en una localidad de la península en la que hemos realizado un estudio, de 60 mujeres que habían denunciado, solo 8 continuaban viviendo en su pueblo. De los agresores, ninguno se había mudado”.
Igualismo
Ante esta situación, “ese machismo sutil escondido tras un chiste ya no tiene gracia; el igualismo, ese que responde a la violencia machista con un ‘también hay mujeres agresoras’ o ‘las mujeres son incluso más machistas’, es una ofensa que pretende igualar lo que es inigualable”.
Pero “no se trata de una guerra contra los hombres”, sino contra una masculinidad que les dice cómo deben ser, un machismo que coarta su libertad y que incluso es dañina para su salud, con hábitos que “hacen que muramos antes o que gastemos en salud el doble que las mujeres, como revela el estudio Salud y Hombres de la Universidad de Sevilla, que también refleja que esa actitud pone en situaciones de peligro al resto”.
Erick Pescador es rotundo al afirmar que “todos los desequilibrios en género desencadenan modelos de violencia”. Como ejemplo, cuenta que las estadísticas señalan que los hombres en España tienen el doble de tiempo libre que las mujeres, que el 92,3% de los permisos laborales para el cuidado los tienen ellas (también para atender a los padres de él), la conciliación familiar y laboral se sigue representando con la imagen de una mujer con un bebé y un maletín. Y en el bullying, el 72% de agresores son hombres.
“En los talleres, hay jóvenes enfadados con el feminismo y la igualdad, que se sorprenden cuando entienden que no se trata de un ataque, sino de una cuestión de justicia”.
En la adolescencia
Considera que “no es cierto que haya un repunte de la violencia entre adolescentes, sino que hemos fijado más nuestra atención y somos más capaces de detectarla. Se cuenta, se habla y se ve más. Donde sí registramos un retroceso es en su concepción del amor, un hecho habitual en situaciones de crisis social, donde los adolescentes vuelven a estructuras más antiguas, al modelo romántico de Casablanca pero, por ejemplo, con vampiros”.
En sus talleres, el 70% de las chicas responden “verdadero” a la afirmación “el amor todo lo puede, como mi pareja me ama, puedo conseguir que sea mejor persona”. Además, en los ejercicios se les pide que dibujen su propio cuerpo y que señalen lo que les gusta y lo que no. Muchas no dibujan sus genitales, pero sí cada aspecto de su cara; mientras que ellos hacen justo lo contrario.
Erick Pescador
Erick Pescador Albiach dirige el Centro de Estudios de Género y Masculinidades y es presidente de la Asociación para la Creación de Vínculos de Equidad. Ha sido colaborador del Ministerio de Igualdad en varios proyectos de investigación e intervención sobre masculinidades y colabora con el Observatorio de Salud de la Mujer del Ministerio de Sanidad desde el 2007. Además, ha realizado ponencias, talleres y grupos de hombres en España y en diferentes países, trabajando con profesorado, fuerzas del orden, personal sanitario y diferentes colectivos sociales desde 1994. Desarrolla un programa de formación en paternidades Presentes y Corresponsables y trabaja en centros educativos desde la investigación y para la prevención de la violencia machista desde del año 2000.