La multiculturalidad es un factor que enriquece a la sociedad, pero es necesario que desde la educación se creen las condiciones necesarias para lograr la integración de todas las personas. Ese desafío es el que trata de abordar el curso de la Universidad de Verano de Adeje “Multiculturalidad y diversidad Cultural en la Educación”, que dirige la profesora del Departamento de Didáctica e Investigación Educativa de la Universidad de La Laguna Anthea Santos Álvarez, que lo imparte junto a las docentes del mismo departamento Yaritza Garcés Delgado y Carmen Nuria Arvelo Rosales.
Aunque el curso tiene una clara orientación hacia el mundo de la educación, su directora destaca que entre el alumnado no solamente hay personas de dicho sector, tanto de infantil como de primaria o estudiantes de algún grado de Maestro, sino también trabajadores sociales e, incluso, una persona de la rama del Derecho que decidió matricularse porque su especialización son las familias y está interesada en conocer las diferentes necesidades de progenitores y descendientes. Esto es un claro ejemplo del carácter abierto a la sociedad de este programa de cursos estivales que en 2025 ha llegado a su trigésimo segunda edición.
El curso ha comenzado tratando de delimitar las diferencias entre multiculturalidad, interculturalidad y transculturalidadad. El primero de ellos, que es el término más extendido, se refiere a la coexistencia de diversas culturas en un mismo espacio, pero sin interacción ni relación. Los dos siguientes vendrían a ser diferentes grados de relación cada vez más profunda: la interculturalidad implicaría ya un diálogo y una participación más activa, mientras que la transculturalidad sería el grado ideal de interrelación, una fusión entre diferentes culturas que conviven compartiendo espacios y, sobre todo, costumbres.
“Un ejemplo muy sencillo es el del alumno que tiene padres que son de otro origen y ha nacido en Canarias. En el entorno familiar tiene unas costumbres, políticas, prácticas concretas y una lengua materna diferente, pero luego en el contexto social en donde vive hay todo tipo de costumbres en las que este niño o niña participa, como pueden ser fiestas locales. Entonces, están arraigadas esas dos culturas en una misma persona, por parte del contexto familiar y por parte del contexto social, y coexisten. Es el concepto de transculturalidad que se intenta perseguir”, detalla la docente.
Obviamente, para ese propósito, la educación es una herramienta fundamental, por lo que hay que dotar desde la base con estrategias no solo a esos niños o niñas, sino también al resto de la comunidad, comenzando por la educativa. En ese sentido, hay muchos obstáculos que salvar, comenzando por los propios currículos educativos, “que son muy inflexibles” porque se ciñen a un contenido, un tipo de competencia, y un tipo de perfil de salida del alumnado concretos y que prácticamente no se pueden cambiar, “independientemente de que venga un alumno de otro lugar, con otro idioma, con unas necesidades educativas de apoyo específico”. El idioma es otra barrera por lo que la normativa debería contemplar figuras de apoyo en ese ámbito.
Y otra dificultad pueden llegar a ser, en algunos casos, los propios equipos de trabajo de los centros educativos, que a veces “no tienen predisposición para tener esa apertura mental, para aceptar esas circunstancias especiales de esos niños que se incorporan un poquito más tarde”. Por ello, Santos Álvarez cree que el principal objetivo es “concienciar a todos los sectores” para trabajar por la integración transcultural, pues en muchas ocasiones existen recursos que las personas no aprovechan. “Hace falta que se promueva la equidad, la inclusión, el superar barreras y el resolver conflictos. Sensibilizar para que esos recursos se aprovechen y al final tengan un beneficio y enriquezcan a la sociedad en general”.
Ese alumnado de origen foráneo puede provenir de instituciones o sistemas educativos diferentes, con sus propias normativas, sistemas de aprendizaje y competencias, que pueden ser diferentes a las abordadas en la Comunidad Autónoma de Canarias. “Hay que hacer un proceso de adaptación y transformación en muchos sentidos, no solo con el alumnado, sino también con las familias”. Por ello, el curso también se detiene con cierto detalle tanto en el alumnado INTARSE (de Incorporación Tardía al Sistema Educativo) y con NEAE (Necesidades Específicas de Apoyo Educativo).