El presidente de FEPECO, en una videoconferencia con empresarios del sector de toda la provincia de Santa Cruz de Tenerife, ha insistido en que, desde el inicio de la pandemia, ha ido planteando a las administraciones públicas, propuestas para que la construcción se convierta en uno de los motores de la recuperación, el único en estos momentos, porque tiene potencialidad para conseguirlo y capacidad para lograrlo.
Nuestro sector es capaz de generar trabajo con rapidez cada vez que se comienza cualquier tipo de obra, además de propiciar un alto y rápido retorno económico para la propia administración.
La Unión Europea, en sus planes de reactivación, ve a la construcción como el sector tractor del empleo, si se es capaz de poner en marcha las inversiones necesarias, para dinamizar la economía con más pujanza.
Todos estamos de acuerdo en que es preciso revitalizar los nuevos sectores vinculados a la digitalización, economía verde o circular, pero también es verdad que no saldremos de la crisis, si no incorporamos a la construcción como el sector básico y estructural que posibilite el funcionamiento de los demás.
Hay que hacer mucho en conservación, rehabilitación, reformas, mantenimiento, movilidad, vivienda, digitalización, eficiencia energética, descarbonización, accesibilidad universal.
Las empresas están en un proceso firme de adaptación y modernización, para enfrentarse con éxito a las nuevas tendencias que exige un desarrollo sostenible.
Los empresarios de la construcción estamos haciendo los deberes, ahora le toca a la administración dejar de ser el cuello de botella que todo lo paraliza, es imprescindible reducir la burocracia y los plazos de resolución de los distintos procedimientos administrativos, tramitándolos de forma ágil y con iniciativas valientes para modernizar la función pública.
El exceso de burocracia, de normativa y la falta de simplificación, impide a la iniciativa privada trabajar más rápido, mantener una actividad constante y potenciar el empleo.
La construcción genera inversión productiva impulsando el trabajo y el empleo. La obra pública en infraestructuras, equipamiento comunitario y vivienda garantizan la reconstrucción económica.
Siendo la mejor política social que pueda implantarse, porque el trabajo dignifica más a la persona, que la subvención o la ayuda, que puede ser imprescindible en casos concretos, pero no generalizada, buscando más un voto cautivo que un remedio efectivo.
Desde los demás sectores económicos, se espera con ansia, para su propia supervivencia, que el sector pueda tener una actividad constante, fluida y con efecto arrastre y eso depende de que la administración aligere procedimientos, plazos y concesión de licencias de obras.
Ahora el único salvavidas del empleo se llama construcción.