La decana del COP tinerfeño, Carmen Linares, valora los datos que ofreció el consejero de Sanidad en el Parlamento sobre la atención a la salud mental en la pandemia, que demuestran la medicalización de los pacientes.
El consejero canario de Sanidad, Blas Trujillo, aseguró este martes en el pleno del Parlamento que el pasado año descendieron los diagnósticos de trastornos mentales en Atención Primaria, más de un 16 %, salvo el de estrés postraumático. También descendieron las consultas por trastornos mentales graves, un 5 %. Obviamente, ha sucedido con estas consultas como con el resto de atención a la población por la sanidad canaria (bien sea por miedo al contagio, o por falta de confianza en que serán atendidas y hasta por no ocupar al sistema).
Sin embargo, se incrementó el consumo de psicofármacos en general, un 5% entre marzo y diciembre de 2020. Y en concreto: un 9 %, los ansiolíticos; un 12,72 % los hipnóticos y sedantes; un 4,47 % los ansiolíticos, y un 8,92 % los antidepresivos.
A su vez, el consumo farmacéutico se incrementó en un 4,86 % y hasta el 6 % en lo que se refiere a los anteriores productos.
Todas estos datos fueron expuestos por el consejero. Datos que reflejan la asistencia no prestada, el sufrimiento que esconde ese alto consumo de psicofármacos y la medicalización de los pacientes como respuesta del sistema sanitario.
Todo esto hace evidente, admitió, que la pandemia está repercutiendo en la atención a la salud emocional y mental de las personas. Y que la OMS ya ha señalado que los países van a tener que destinar más recursos a la salud mental.
Sin embargo, dicho todo lo anterior, no respondió a la propuesta que le hizo la consejera del grupo Coalición Canaria Cristina Valido, que apeló al Gobierno de Canarias a incorporar psicólogos y psicólogas a Atención Primaria, precisamente para dar una respuesta cercana y normalizada a la ciudadanía ante la evidencia de las repercusiones que está teniendo la pandemia en la salud, no solo física, de las personas.
De hecho, todos los grupos reconocieron, y repitieron uno a uno, estar al tanto del incremento de trastornos como la ansiedad, depresión, estrés, ideación suicida…Mientras que desde este Colegio Oficial de Psicología, que acompañó las intervenciones desde el balcón de invitados del Parlamento, podemos añadir que la demanda de consultas profesionales es más alta que nunca, en Urgencias ven las recaídas de personas que tenían el alta, y se multiplican los trastornos, como los de la conducta alimentaria.
Sin embargo, la respuesta del consejero, aunque de agradecer por el tono y perfecta comprensión del problema, nos dejó con la sensación de que ya están haciendo cosas, aunque citó actuaciones poco estables y otras previstas con anterioridad a la pandemia (unidades de salud mental, como la de Güímar, Adeje, o en islas como Lanzarote y Fuerteventura). Mientras que señalaba como un éxito el teléfono de atención psicológica que activó su Consejería bien entrada ya la situación de pandemia y confinamiento. Sobre este teléfono, este Colegio tendría mucho que decir, pero se quedará con citar que nos adelantamos en dar respuesta a la población con un servicio de atención psicológica gratuito, integrado por voluntarios y voluntarias del Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes, que en solo dos meses atendió a más de un millar de personas. Tantas, como su teléfono.
Estas acciones están bien, pero no cubren las necesidades reales y actuales que provoca la COVID19. Y las que están por venir. Son medidas escuálidas y paliativas, un mero parche a la prácticamente inexistente respuesta a la demanda de psicólogos y psicólogas que hacen los usuarios de la sanidad pública canaria. Un clamor, diríamos a día de hoy.
La música sonaba bien, y el tono era el acertado, pero no había letra. Y sin letra nos quedamos sin saber qué recursos destinará en concreto el consejero para atender a las personas con trastornos emocionales y psicológicos, que requieren una primera atención cercana ante la aparición de síntomas de ansiedad o de depresión. O para detectar a un posible suicida (sabemos que un elevado porcentaje de estas personas acudieron a su médico el mismo día de su intento de autolisis). Cuando todavía, subrayamos, es posible acertar en el diagnóstico y prestar una atención psicológica que evite cuadros más graves y su evolución hacia las unidades de salud mental, también con escasa dotación de psicólogos clínicos. Por no hablar de la espera y plazos de consulta inasumibles para los pacientes.
Y, finalmente, aludir a la resiliencia de la población como respuesta, como hizo alguna parlamentaria y suscribió el consejero, es como decir que el cáncer se cura con mucha fuerza y ánimo. Y evidencia lo que se constató en el Parlamento, a través de los diferentes grupos, y es que la salud mental es la gran olvidada de nuestro sistema de salud. Y que no hay conciencia de todo lo que la Psicología puede hacer por las personas y por la eficiencia del sistema: descargaría a los médicos de Atención Primaria de pacientes con sintomatología propia de la psicología, permitiría un diagnóstico claro y por especialistas que podrán derivar de forma más certera, evitaría la sobremedicación y supondría un importante ahorro económico en nuestro sistema de salud.
La parlamentaria Cristina Valido anunció una próxima PNL sobre su propuesta de incorporar psicólogos en Atención Primaria, y el consejero dijo dar la bienvenida a las aportaciones de las asociaciones y de los colegios. Le tomamos la palabra.