El Puerto de Fonsalía, es el símbolo de la resistencia, contra los enemigos de Tenerife. Los noistas, los partidos y los políticos que no quieren su construcción demuestran con palabras y hechos, que tampoco quieren a la isla, porque la privan de una infraestructura portuaria de última generación, importantísima, para la vertebración provincial. Las Islas Verdes, que también tienen derecho a progresar, lo demandan imperiosamente, para contar con una conectividad marítima, rápida y segura, que redunde en un acercamiento estratégico. No es un capricho, es una necesidad, que se hará vital más pronto que tarde. Permitiendo un ahorro considerable en los tiempos de navegación, consumo de combustibles, emisiones y otras ventajas, ya que el tráfico marítimo es el futuro de la movilidad sostenible, junto al ferrocarril, para unificar territorios. La Unión Europea, apuesta por estos dos modos de transporte, en sus planes estratégicos y los promociona con fondos propios, en su ambiciosa Agenda Verde. En todo el territorio nacional, se trabaja en el desarrollo de estas políticas avanzadas. En cambio, en Tenerife, se lleva mucho tiempo perdiendo el tiempo, en una tramitación burocrática, parsimoniosa, quizás adrede, con muchas dudas jurídicas y algunas lagunas por aclarar.
El Archipiélago Canario, con ocho islas, en el Atlántico medio, necesita contar con una red de puertos que unifiquen el territorio, para crear “autopistas marítimas”, que sirvan para cohesionar económica y socialmente a nuestra tierra. Los puertos, son las únicas infraestructuras que garantizan la estabilidad económica y la seguridad de abastecimiento en un archipiélago de las islas, por lo que es importante disponer de alternativas de conectividad, con la mejora de los equipamientos portuarios. El ejemplo de lo que está pasando en La Palma, nos tiene que hacer reflexionar, sobre la importancia estratégica de los puertos como nudos decisivos para las comunicaciones, tanto con normalidad y especialmente en casos de emergencia.
La afectación medioambiental hay que cuidarla al máximo, pero no puede ser un freno insalvable o la única visión a tener en cuenta, porque eso se llama sectarismo o fundamentalismo ideológico. El caso del Puerto de Los Cristianos es ejemplarizante, hay cetáceos por fuera del puerto y no han migrado, ni se han producido varamientos. Los barcos modernos tienen sistemas de detección de zifios. Las ballenas y delfines siguen en la zona desde hace años, a pesar de las operativas constantes del citado puerto y de las continuas salidas de buques para su avistamiento. Tampoco hay que olvidar que, El Sebadal de Granadilla está más floreciente, después de la construcción del Puerto, gracias al abrigo que este le proporciona. Con los argumentos negacionistas de los oponentes a Fonsalía, no se construiría ningún puerto en el mundo y en cambio, sucede precisamente lo contrario y en zonas más críticas, desde el punto de vista de conservación medioambiental. Es así, porque hoy todo se puede solucionar, cuando hay ganas e interés para sumar y aportar.
Hay que adelantarse, no sólo con una planificación, sino también con su ejecución, porque en Tenerife se dice y se promete mucho, pero después se hace poco. Hacer una obra marítima es difícil, costosa, con unos plazos importantes de obra, por lo que, mientras seguimos debatiendo entre el sí y el no, la que pierde es Tenerife, que vuelve a quedarse rezagada, desperdiciando competitividad económica y abandonando el liderazgo regional, para que lo ocupe la isla hermana de Gran Canaria. Parece que eso es lo que quieren y de lo que tendrán que responder los negacionistas al Puerto de Fonsalía. Que fácil es “derramar lágrimas de cocodrilo” por Tenerife, para después, traicionarla cobardemente. Mucho comediante anda suelto por estos lares.
Oscar Izquierdo
Presidente de FEPECO