La consejera insular del Medio Natural, Isabel García, indica que este es otro ejemplo de que el Parque Nacional es un inmenso laboratorio biológico.
El Parque Nacional del Teide participa en un proyecto internacional donde intervienen países de Europa (Eslovenia, Noruega, Francia, Portugal,…), América (EE.UU.) y Australia, para investigar sobre el ciclo del carbono. Se trata de utilizar un índice internacionalmente aceptado denominado ‘Tea bags index’, para averiguar cómo se descompone la materia orgánica en un tiempo determinado que es el mismo para todos los lugares. En realidad, se utilizan como testigos pequeñas bolsas de té y de rooibos, ya que se ha comprobado que constituyen un material de experimentación idóneo para este propósito.
Técnicos del Parque Nacional del Teide, acompañados de la profesora Ana Sofía Reboleira, de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), que es quien lidera el proyecto, han estado trabajando en el mes de noviembre en varios lugares del parque nacional para instalar las muestras, según un protocolo estandarizado, idéntico para todos los países donde se desarrolla el estudio.
“Con este estudio, uno de tantos que se realizan en el Parque Nacional del Teide, se evidencia que este espacio, único por su biodiversidad y geomorfología, es un laboratorio científico de primer orden mundial, que sirve para avanzar en el conocimiento de aspectos fundamentales para la ciencia”, y añadió que “hay que entender que este entorno necesita ser respetado por los visitantes, locales y turistas, con toda la atención y cuidado posible”.
Las muestras de té y rooibos se colocan enterradas en el sedimento tiempo suficiente para que se inicie el proceso biológico de descomposición. Una parte de estos testigos se recogerá a los tres meses, otra a los seis, otra a los nueve y la última, a los doce meses, para ser analizadas en los laboratorios de la Universidad de Copenhague, en unos trabajos co-financiados por la Fundación Villum y por Unilever de Dinamarca.
Se espera descubrir las pautas que rigen en el ciclo de descomposición de la materia orgánica en la superficie y también bajo tierra, de modo que simultáneamente se hacen análisis en las profundidades de las cuevas volcánicas en las Cañadas del Teide, que son conocidas por poseer una rica fauna de insectos adaptada a vivir en la oscuridad.
El proyecto durará más de un año y también se desarrolla en otras partes de la isla de Tenerife, fuera del parque nacional, contando con la colaboración del profesor Pedro Oromí, de la Universidad de La Laguna. El estudio en el resto de la isla incluye análisis similares en la Cueva del Viento, uno de los tubos volcánicos de mayor recorrido subterráneo del mundo.