La mujer de origen nigeriano, ha sido condenada por la Audiencia Provincial a 35 años de prisión por tres delitos de trata de seres humanos, prostitución y favorecimiento de inmigración irregular. También han sido condenadas 5 personas más, también de origen nigeriano.
La cabecilla de una organización criminal que operaba entre El Fraile, Benidorm y Madrid regía una vivienda ubicada en el barrio de El Fraile, donde vivían jóvenes subsaharianas que eran explotadas sexualmente en la zona de las Verónicas, en Las Américas, municipio de Arona.
Ya en el año 2017, una operación de la Policía Nacional, logró desarticular parte de la organización que actuaba en España, Italia, Alemania y Bélgica, en la cual fueron detenidas 18 personas en Madrid, Tenerife (El Fraile-Arona), Bilbao, Cáceres y Benidorm (Alicante).
En aquel entonces las víctimas eran captadas en Nigeria por personas cercanas a los explotadores en España que las acompañaban en todo el trayecto terrestre hasta Libia, desde donde eran llevadas hasta Italia a bordo de embarcaciones precarias, utilizadas también por otras redes de trata de seres humanos. Una vez en el país europeo eran atendidas en distintos centros de inmigrantes, hasta que de nuevo eran contactadas por la organización y traídas a España por vía aérea y por mediación de otros miembros de la red, cuyo rol era el de acompañar a las mujeres y facilitarles la entrada a nuestro país haciendo uso de documentos falsificados o auténticos facilitados por otras personas con el fin de acceder a España usurpando la identidad de otras personas con rasgos fisonómicos similares.
En este nuevo golpe a la trata de seres humanos y la prostitución, las víctimas denunciaron fueron captadas en Nigeria con la promesa de tener un trabajo digno en España, siendo obligadas a a cruzar la mitad del continente africano, a través del Sáhara para llegar a Libia y, desde ahí, llegar en embarcaciones precarias a Italia. Después llegaban a Barcelona y de ahí hasta Benidorm, Madrid o Tenerife.
Otro aspecto recurrente en la forma de operar de la organización criminal, era someter a sus víctimas a rituales de vudú, para así coaccionarlas y someterlas más fácilmente.