Detenidos 34 miembros de una organización criminal búlgara.
La investigación, fruto de la cooperación, tanto a nivel policial como judicial entre España y Bulgaria, ha durado casi tres años y ha concluido con la total desarticulación del entramado, que operaba en ambos países.
La Policía ha liberado a trece víctimas que, tras ser captadas en su país de origen, eran traídas a España donde las obligaban a ejercer la prostitución y a sustraer a sus clientes dinero en efectivo y objetos de valor.
Agentes de la Policía Nacional y policías búlgaros, coordinados a través de Europol y Eurojust, han llevado a cabo una operación de manera simultánea en Bulgaria y España que ha permitido la completa desarticulación de una organización criminal de origen búlgaro que pretendía hacerse con el control absoluto de la prostitución en toda la zona de la costa malagueña de Torremolinos y Marbella. La operación se ha saldado con la detención de 34 miembros de dicha organización, que operaba en ambos países. Además, los agentes han llevado a cabo 21 registros domiciliarios en distintas localidades malagueñas y otros 15 en Bulgaria. Por orden de la autoridad judicial se ha decretado el embargo de 6 inmuebles y 18 vehículos y el bloqueo de numerosas cuentas bancarias. Trece víctimas han sido liberadas.
La investigación comenzó en septiembre de 2014, cuando una mujer de nacionalidad búlgara se presentó en la Comisaría de Policía Local de Marbella asegurando haber escapado de unas personas que la estaban obligando a prostituirse en la zona de Puerto Banús. Tan pronto tuvieron conocimiento de estos hechos, agentes de Policía Nacional especializados en delitos de trata de seres humanos se entrevistaron con la joven y, tras comprobar la veracidad de sus declaraciones, determinaron que efectivamente estaban ante una víctima de este tipo de delitos, a la que ofrecieron todas las medidas de protección y apoyo previstas en la ley.
El avance en las investigaciones permitió a los investigadores comprobar que los primeros explotadores localizados no actuaban de manera aislada, sino que formaban parte de un enorme entramado de carácter internacional que operaba principalmente en España y Bulgaria, y cuyo propósito final era hacerse con el absoluto control de la prostitución en la zona de la costa de Marbella.
Un equipo conjunto de Investigación formado por agentes búlgaros y españoles y coordinado por Eurojust y Europol
Dadas las dimensiones de la organización investigada, y el hecho de que sus integrantes operaran tanto en Bulgaria como en España viajando continuamente entre uno y otro país, se solicitó la colaboración de la policía búlgara. Esta colaboración se trasladó también al plano judicial, constituyéndose un Equipo Conjunto de Investigación en el ámbito de Eurojust liderado por el juez instructor de la causa.
El trabajo coordinado de todos los integrantes del equipo permitió localizar a los miembros del entramado, así como detectar a nuevas víctimas, lo que permitió a los agentes establecer el “modus operandi” utilizado por la red y el papel que cada uno de los detenidos desempeñaba dentro de la organización. De este modo se averiguó que miembros de la organización asentados en Bulgaria buscaban mujeres jóvenes en las zonas más deprimidas del país. Abusando de su precaria situación en unos casos, o recurriendo a métodos como el conocido del “lover boy” en otros, las convencían para desplazarse con ellos hasta nuestro país en busca de una vida mejor.
Agresiones y amenazas para someter a las víctimas y control absoluto de las mismas las 24 horas del día
Tras conseguir su consentimiento viajaban con ellas hasta el aeropuerto de Málaga, donde eran recibidas por otros miembros de la organización que las trasladaban a distintos apartamentos de Torremolinos en los que eran alojadas en compañía de otras mujeres en su misma situación. Entonces eran informadas de que a partir de ese momento debían trabajar para la organización ejerciendo la prostitución. Si se negaban eran agredidas violentamente y las amenazaban con causar daños a sus familiares en Bulgaria, a lo eran especialmente sensibles las víctimas que habían dejado a sus hijos en dicho país.
Además eran controladas permanentemente. En los apartamentos en los que residían, aparte de otras víctimas, siempre vivía con ellas una “controladora”, mujer búlgara de mayor edad y miembro de la organización, que las vigilaba permanentemente. La finalidad de dicho control era impedir que las recién llegadas a nuestro país se relacionasen con personas ajenas a la estructura de los proxenetas, es decir, que sus únicos contactos fuesen sus explotadores y las otras víctimas.
En cuanto a la fase de explotación, las víctimas debían ejercer la prostitución en Puerto Banús, debiendo contactar con sus clientes en las calles y desplazarse después con ellos a hoteles o a pisos-prostíbulo dispuestos para ello por la organización. Estos pisos también son controlados por mujeres de la organización, las conocidas como “mamis”.
Durante el tiempo que eran explotadas las víctimas también permanecían bajo el control incesante de otros miembros de la organización que las recogían en Torremolinos a última hora de la tarde y las trasladaban en varios vehículos hasta Puerto Banús, en grupos de seis o siete chicas. Una vez que concluía su jornada (a mitad de la noche o con las primeras luces del día siguiente, dependiendo de la época del año), volvían a recogerlas y las llevaban de nuevo a sus apartamentos. Así cumplían un doble objetivo: mantener el control sobre ellas permanentemente y asegurarse de que ejercían la prostitución durante todo el día.
Pero las víctimas, además, eran aleccionadas para cometer pequeños hurtos sobre los propios clientes de los servicios sexuales, a los que debían despojar tanto de sus pertenencias, como de sus tarjetas de crédito y dinero en efectivo.
Perfil del cliente: turista, extranjero, con objetos de valor y ebrio
El control llegaba hasta el extremo de determinar los propios explotadores el perfil de los clientes que debían captar: extranjero, turista, que lleve encima objetos de valor -principalmente relojes de alta gama- y, preferiblemente en estado de ebriedad.
Tras contactar con ellos en la vía pública y concertar el correspondiente servicio sexual, las víctimas conminaban a sus clientes a sacar dinero en efectivo de un cajero automático, con el fin de que puedan abonárselo. En el momento de la extracción y aprovechando el estado de ebriedad en que se encuentran, intentaban fijarse en el número PIN. De esa manera, y mientras ellos permanecen el piso-prostíbulo, les sustraían las tarjetas de crédito y realizaban extracciones de dinero en los cajeros de la zona. Al tratarse de turistas extranjeros, es muy probable que no advirtieran los cargos realizados en su cuenta hasta el regreso a su país. En ocasiones, incluso, han llegado a dormir a los clientes suministrándoles algún tipo de medicamento narcotizante con las bebidas consumidas, con el fin de sustraerle sus pertenencias.
De este modo la organización obtenía enormes beneficios ya que a los clientes no solo les cobraban por los servicios sexuales, sino que los despojaban de su dinero y todo tipo de objetos de valor, que eran inmediatamente canalizados a través de peristas de la zona que se encargaban de “darlos salida”. Las ganancias obtenidas eran utilizadas para comprar vehículos de alta gama por los principales cabecillas de la red y, fundamentalmente, enviadas a Bulgaria en pequeñas cantidades que eran trasladadas por los propios miembros de la organización. Una vez en aquél país realizaban diferentes inversiones con el dinero obtenido con sus actividades ilícitas.
La operación, llevada a cabo por las Policías española y búlgara coordinadas por Europol, -que ha desplazado a Málaga una Oficina Móvil y expertos analistas- y por Eurojust, supone un claro ejemplo de cooperación tanto a nivel policial como judicial que se ha saldado con la competa desarticulación de una organización criminal dedicada a la trata de mujeres para su explotación sexual y en la comisión de diversos delitos que operaba desde al menos hace seis años en España y en Bulgaria cuya actividad había generado una gran alarma social en la zona de Puerto Banús.
Durante el operativo, que se ha realizado de manera simultánea en ambos países, los agentes han detenido a 34 miembros de la organización (26 en España y 8 en Bulgaria) y liberado a 13 de sus víctimas. En total se han practicado 21 diligencias de entrada y registro en Málaga, Torremolinos, Marbella y Estepona y otras 15 en diferentes localidades búlgaras, en las que se han intervenido casi 50.000 euros en efectivo, 1.600 libras esterlinas y 300 dólares, cinco vehículos, doce relojes de alta gama (seis de ellos de la marca “Rolex”) y gran cantidad de medicamentos narcotizantes.
Además, por orden de la autoridad judicial, se ha procedido al embargo de seis inmuebles y dieciocho vehículos -algunos de alta gama- y al bloqueo de numerosas posiciones bancarias en diferentes entidades financieras, pertenecientes a los miembros de la organización.
La operación continúa abierta, por lo que no se descarta que se produzcan nuevas detenciones.
“Con la trata no hay trato: denúncialo”
Esta operación se enmarca dentro del Plan de la Policía Nacional contra la Trata de Seres Humanos con Fines de Explotación Sexual, puesto en marcha en 2013, y que dio lugar a la creación de la Brigada Central contra la Trata de Seres Humanos, adscrita a la Comisaría General de Extranjería y Fronteras de la Policía Nacional. Con la puesta en marcha de este plan, la Policía Nacional activó la línea telefónica 900 10 50 90 y el correo [email protected] para facilitar la colaboración ciudadana y la denuncia, anónima y confidencial, de este tipo de delitos.