Noticias Tenerife Conoce la historia del Real Casino de Tenerife

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Conoce la historia del Real Casino de Tenerife

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Despidiendo un aire renovador y contagiados por las costumbres recreativas y culturales de la burguesía londinense de la primera mitad del siglo XIX. Así volvieron del exilio los liberales tinerfeños a Santa Cruz para fundar en 1840 el denominado Gabinete de Lectura y Recreo, un espacio que con el paso del tiempo ha terminado convirtiéndose en el que es a día de hoy el Real Casino de la ciudad. En concreto, fueron cincuenta y dos comerciantes y latifundistas quienes abordaron semejante proyecto, siempre con la idea de concebir un lugar de ocio para la esfera más distinguida de la sociedad canaria de aquella época.

En un principio, la sede inaugural del Gabinete estuvo situada en el número cuatro de la plaza de la Constitución. Fue allí, en una pequeña sala del edificio, en un acogedor ambiente de club, donde germinaron las primeras actividades llevadas a cabo por sus miembros. Entre ellas, lecturas de múltiples obras literarias, tertulias sobre el panorama político del momento y numerosas horas al calor del billar y de los juegos de naipes.

Esta atmósfera de refinado pasatiempo que concedían los casinos tradicionales aún perdura en el de Santa Cruz de Tenerife, que de igual modo ha sabido adaptarse al ritmo que marca la etapa actual creando su propia página web. Múltiples nuevas características acompañan a este tradicional casino en su entorno web, al igual que ocurre con cualquier nuevo casino online de los que se puede encontrar en la actualidad, donde la variedad de juegos, acceso inmediato y atención al cliente son algunas de las principales novedades. En este caso, el Real Casino de Tenerife no se queda atrás, con una experiencia para el usuario exquisita.

Desde 180, la participación fue creciendo ininterrumpidamente hasta que el volumen de socios terminó desbordando el espacio disponible. Esto provocó en cuestión de una década la necesidad de buscar otro sitio más amplio, así que la directiva decidió alquilar la casa del número dos de la misma plaza, un inmueble provisto de grandes salas que permitieron barajar más opciones para el entretenimiento. No en vano, gracias a esto, se habilitaron dos zonas nuevas: una de baile con un piano recién adquirido y otra con telescopio para los amantes de la astronomía.

Ya en 1855, con este círculo cultural consolidado y a pleno rendimiento, el Gabinete de Lectura y Recreo pasó a llamarse Casino de Santa Cruz de Tenerife y redactó sus primeros estatutos de carácter oficial. Para ese entonces, la plaza de la Constitución se había convertido en el centro de la ciudad, donde se celebraban todos los eventos lúdicos y civiles, donde el bullicio se abría camino gracias a los numerosos hoteles, comercios y cafeterías que llenaban de vida aquella zona. La afluencia de gente contribuyó a que el Casino siguiera sumando adeptos y llegó a los doscientos socios, por lo que hubo que buscar otra sede más grande.

El nuevo traslado se produjo en 1860 hacia la conocida como Casa Villalba, ubicada a sólo unos metros de distancia, en el número once. Concretamente, el Casino se situó en la planta baja del bloque, a la que se accedía por la calle La Marina y no por la puerta principal, dado que esta era en aquel momento la entrada del Hotel Internacional. Con este pequeño inconveniente de por medio, y teniendo en cuenta que las tres décadas siguientes fueron de esplendor absoluto, la directiva compró el edificio entero en 1895. A partir de ahí, el entresuelo se dedicó al juego y a la lectura, mientras que la planta baja quedó reservada para los tertulianos y la parte alta para el restaurante y el salón de baile.

Bajo el mismo afán expansionista, la Junta General acordó en 1911 la compra de las demás casas que integraban la manzana; el propósito no era otro que el de derribarlo todo para construir una sede mucho más espaciosa, más imponente, justo frente al mar y a la altura del éxito y la demanda social generados en tantos años de vida. Por desgracia, el estallido de la Primera Guerra Mundial retrasó hasta 1929 el comienzo de las obras, cuyo proyecto de construcción estuvo capitaneado por el arquitecto Miguel Martín Fernández de la Torre. El cuatro mayo de 1935, con la asistencia de las autoridades locales y algo más de dos mil asistentes, quedó inaugurada la nueva edificación.

El resultado es el que ha sobrevivido hasta nuestros días, un monumento de corte racionalista que recibió en 1982 la distinción de Bien de Interés Cultural y, en noviembre de 2009 y de manos de Juan Carlos I, el título de Real Casino de Tenerife. Se trata de un lugar que conserva su función primigenia, pero que ahora goza de instalaciones de primerísimo nivel que permiten disfrutar de todo tipo de actividades culturales en un clima de lujo y repleto de patrimonio artístico.

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