El Parlamento de Canarias fue escenario de un encendido debate esta semana, centrado en la presencia del polémico barco de la ONG Open Arms en aguas del archipiélago. La discusión, iniciada por una pregunta del diputado de Vox, Nicasio Galván, al presidente del Gobierno, Fernando Clavijo (CC), escaló rápidamente desde un intercambio de posturas políticas hasta un agrio enfrentamiento salpicado de acusaciones en la definición del fascismo.
Vox acusa a Open Arms de ser un “eslabón” de las mafias
La pregunta inicial del diputado Nicasio Galván fue directa y sin ambages: si el Gobierno considera que la presencia de la ONG puede ser “utilizada por las mafias de la inmigración ilegal como efecto llamada”. Desde su primera intervención, el representante de Vox dejó claro que su planteamiento no era una “opinión subjetiva”, sino el resultado de una “observación empírica de la realidad” basada en lo sucedido en Italia, Malta, Libia y otras partes de España.
Galván afirmó que “lo que representa Open Arms no es sino un eslabón más de esa cadena de tráfico de seres humanos, de enriquecimiento de las mafias”. Para justificar su postura, el diputado se centró en la actuación de la ONG, a la que acusó de “incumplir la ley del mar”. Según su razonamiento, Open Arms debería desembarcar a los migrantes en el “puerto seguro más cercano”, que debería ser en las costas africanas. Sin embargo, recordó que “navegan cientos de millas mar adentro hasta dejarlos en las costas europeas”.
El parlamentario instó al presidente Clavijo a “seguir el dinero”, alegando que esta forma de operar es lo que “enriquece a esta ONG y a sus dirigentes, que hacen del tráfico de seres humanos un negocio y un modo de vida”. Como prueba de que sus afirmaciones no son un caso aislado, Galván mencionó a las “manifestaciones de marítimo que ha puesto en duda las verdaderas intenciones de este barco” y criticó la subvención de 30.000 euros concedida por el Gobierno canario a la ONG. Para él, esos fondos deberían haberse destinado a las “fuerzas y cuerpos de seguridad que luchan y hacen frente a esa criminalidad” asociada a la “inmigración ilegal masiva y descontrolada”.
Galván concluyó su turno acusando a sus oponentes políticos de “insultar a Vox” para ocultar una realidad que, según él, es “innegable”. “Nos han insultado, nos han quitado la palabra, nos han llamado al orden por defender nuestros valores”, afirmó, “pero cada insulto o cada intento para que nos callemos lo que hace es reforzar nuestras ganas de trasladar nuestro mensaje”. El diputado aseguró que la época en la que “se bajaba la cabeza y se callaba cuando se recibían insultos” se acabó con la llegada de su partido al Parlamento, y que “no van a parar esta marea de sentido común y de valores que representa Vox”.

Clavijo a Galván: “Una persona que tiene ese discurso es un fascista”
La respuesta del presidente Fernando Clavijo (CC) fue contundente: “Llamar fascista no es un insulto”, afirmó Clavijo, “llamar fascista es una evidencia empírica, esa que a ustedes les gusta tanto. Una persona que tiene ese discurso es un fascista”.
En un intento por desviar la atención de las acusaciones sobre Open Arms, el presidente canario contraatacó a Galván, advirtiéndole que tuviera “cuidado” al hablar de “seguir el dinero”, ya que su propio partido se encuentra bajo la lupa del Tribunal de Cuentas. Para rebatir las afirmaciones de Vox, Clavijo hizo un ofrecimiento público al diputado Nicasio Galván y a Santiago Abascal: “Vengan conmigo al Open Arms“.
El presidente describió a lo que se enfrentan los equipos de la ONG, que se “juegan la vida” para “salvar” a personas. Clavijo habló del “drama de elegir entre dejar a un niño huérfano y rescatarlo o que muera el niño y rescatar al padre”, subrayando las difíciles decisiones que toman los marineros a los que, según él, Vox “denigra”.
El presidente canario aseguró que esas personas “se jugarían la vida, como dije, por salvarlo a usted o a su jefe —en referencia a Abascal—, si en un momento determinado tendrían que tirarse al mar para salvarles la vida. Esa es la diferencia”.
Clavijo, en su opinión agregó: “Yo no creo que sea demócrata decir que saquen en la armada y que hundan los cayucos y las pateras con la gente dentro”, o “alegrarse de que mueran cientos de personas en el mar”, afirmó. Clavijo apeló en que, si no le escuchaba a él, al menos escuchara a la Iglesia, que valora “importantemente el papel de Open Arms“. Clavijo insistió: “no se puede dar golpes de pecho y autoproclamarse cristiano practicante y luego tener declaraciones de esa índole”.

Galván: “Ser un fascista es lo que hacen todos ustedes”
El tenso intercambio se intensificó cuando Galván retomó la palabra. Lejos de amedrentarse por las acusaciones del presidente, el diputado de Vox respondió que los “insultos” de Clavijo “solo demuestran su falta de argumentos”, y agregó “¿Sabe lo que es un fascista?”, inquirió.
Luego enumeró una lista de comportamientos que, según él, caracterizan a sus adversarios políticos. Para el diputado, el fascismo es “utilizar la mentira como arma política”, “intentar acabar con la libertad de expresión”, y ser “intolerante con el que piensa diferente”. Galván extendió su crítica para incluir la “Agenda 2030”, un plan que, según él, busca “controlar cada aspecto de la sociedad, qué comer, qué vestir, qué pensar”. Para rematar su intervención, lanzó una de las acusaciones más duras de la sesión: “Benito Mussolini y ustedes son primos hermanos”.
Clavijo: “Mientras los demócratas estemos en mayoría representados en este Parlamento”, las ideas de Vox no prosperarán
Clavijo cerró reafirmando su postura: “Ustedes lo que quieren es que vuelvan los tiempos en los que otros agachamos la cabeza ante las actitudes fascistas”, sentenció, “y eso es lo que no va a volver, señor Galván“. El presidente afirmó que “mientras los demócratas estemos en mayoría representados en este Parlamento”, las ideas de Vox no prosperarán, y acusó a su discurso y programa de buscar “acabar con la vida de aquellos que huyen del hambre, de la muerte y de la miseria”. El tenso intercambio llevó a la presidenta de la Cámara, Astrid Pérez, a intervenir para llamar al orden a Galván.
Las “mentiras” de Clavijo
En otra etapa de la sesión, el parlamentario de VOX elevó el tono de su discurso al criticar duramente al presidente del Gobierno canario, Fernando Clavijo, y a la ONG Open Arms, a la que calificó como “ese barco negrero”. En su intervención, Galván arremetió contra el presidente Clavijo, acusándolo de mentir sobre las propuestas de su partido. “Dijo también, señor Clavijo, algo que para mí es bastante grave”, afirmó Galván en referencia a las declaraciones del presidente, quien había sugerido que el discurso de Vox buscaba “acabar con la vida de aquellos que huyen del hambre, de la muerte y de la miseria”. Galván respondió con dureza a la imputación: “Para que no se malinterprete, no tiene vergüenza. Y es un mentiroso, el señor Clavijo, porque dice mentiras”.
Acusar de fascismo “no es un insulto”, según Pérez
Al culminar, la presidenta del Parlamento, Astrid Pérez, llamó la atención de Galván. Pérez defendió su “absoluta imparcialidad”, y le pidió a todos los diputados “por respeto absolutamente institucional, no insultemos ni faltemos al respeto a otro compañero”. Pérez consideró que las acusaciones de fascismo no eran un insulto, “es un concepto terminológico que está en el diccionario y por lo tanto hace referencia a una cuestión”.
Sin embargo, le advirtió a Galván que era “altamente reprochable” llamar “mentiroso al presidente del gobierno” cuando este no estaba presente para defenderse. La presidenta le instó a disculparse o a “plantear estas cuestiones” cuando Clavijo estuviera en el hemiciclo. Una petición a la que el diputado por los patriotas no accedió.
Queja formal de Vox por “arbitrariedad” de la Presidencia
Tras el debate, el diputado de Vox, Nicasio Galván, presentó una queja formal ante la Presidencia del Parlamento, denunciando la falta de “imparcialidad y neutralidad” de la Cámara por permitir “acusaciones falsas” de Clavijo. El escrito de Vox impugna directamente dos declaraciones del presidente, que considera de “gravedad y falsedad” y que, además, “constituyen delito”:
«Solo que su discurso y lo que usted pone en su programa es acabar con la vida de aquellos que huyen del hambre, de la muerte y de la miseria»
«Yo no creo que sea demócrata decir que saquen a la Armada y que hundan los cayucos y las pateras con la gente dentro, yo no creo que sea de demócrata alegrarse de que mueran cientos de personas en el mar»
Por estos motivos, Galván solicitó formalmente el uso de la palabra por tres minutos en la próxima sesión plenaria para responder a las alusiones, advirtiendo que, de no concederse, presentará una queja ante la Mesa del Parlamento.