En 2020, el avión del SUC trasladó bajo supervisión médica a 829 pacientes entre hospitales de las Islas y centros de referencia de la Península.
El avión medicalizado del Servicio de Urgencias Canario (SUC) es el único recurso que garantiza la supervisión médica en el traslado de pacientes graves desde los hospitales canarios a centros hospitalarios de referencia en el territorio peninsular. Es el caso de los grandes quemados, neonatos y lactantes con patologías congénitas o para tratamiento específico de determinados tumores, pacientes con patología neurológica rara o cardiopatías congénitas muy complejas.
Esta aeronave realiza traslados a la Península principalmente a los hospitales madrileños 12 de Octubre, La Paz o Puerta del Hierro; al Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y al Instituto Guttmann, en Barcelona.
Pero además de estos servicios peninsulares, el avión medicalizado también realiza el traslado en Canarias de pacientes ingresados en los hospitales ubicados en las islas periféricas y que por su patología tienen que ser derivados a los hospitales de mayor nivel asistencial en Gran Canaria o Tenerife para una determina intervención o para recibir un tratamiento específico.
En el año 2020, este servicio trasladó a 829 pacientes entre las Islas y al territorio Peninsular. El avión medicalizado es uno de los eslabones básicos en la actuación prehospitalaria en Canarias, que depende de factores como la singularidad insular, la distancia que hay entre un paciente y su hospital de referencia, o la patología que presenta para determinar la importancia e idoneidad de cada tipo de transporte.
Puesto en marcha en diciembre de 1994, tiene su base en el Aeropuerto de Gran Canaria donde permanece de guardia su tripulación compuesta por un comandante y un segundo piloto y el equipo sanitario, integrado por 7 médicos y 7 enfermeros, que rotan en turnos de 12 horas, todos con amplia experiencia en el sector de las urgencias sanitarias hospitalarias y prehospitalarias.
Lázaro Carrera, de 56 años, es uno de los médicos que desde hace diecisiete años trabaja en los recursos aéreos del Servicio de Urgencias Canario. Consciente de las características geográficas de Canarias, territorio insular y alejado de la Península, destaca la importancia de este recurso medicalizado ya que permite dar respuesta a pacientes con patologías específicas y que requieren un tratamiento de primer nivel en centros hospitalarios peninsulares sin obviar la complejidad de estos traslados. “Cualquier paciente puede sufrir una complicación a bordo, desde una crisis de ansiedad hasta el agravamiento de su dolencia, bien por el movimiento, la altitud o la meteorología”, añade.
En cuanto a las inclemencias del tiempo Lázaro destaca que “en el mes de septiembre, durante el traslado de un paciente a Barcelona, nos sobrevino de forma inesperada una lluvia con abundante granizo, y la verdad, sentimos mucho miedo, pero gracias a la pericia de los pilotos todo quedó en un susto”. Complicaciones que se suman a diario a la labor de atención de los pacientes para que su traslado se realice en condiciones óptimas.
En otras ocasiones es la propia patología del paciente la que mantiene al equipo sanitario en alerta durante todo el vuelo. “Recuerdo el traslado de un paciente con enfermedad cardiovascular severa que pensábamos que se moría y sin embargo a los pocos meses nos enteramos de que se había recuperado y estaba de vuelta. Casos como éste nos alegran muchísimo y nos animan a continuar”.
Pablo José Hernández, de 55 años, con veinte años de experiencia como médico intensivista y de urgencias, forma parte desde hace dos años de la plantilla de profesionales que trabaja en los recursos aéreos del SUC.
Para Pablo, el avión medicalizado es un recurso fundamental de apoyo a la red de recursos móviles de urgencias. “Se trata de una herramienta de auxilio muy eficaz para resolver entre islas de manera rápida, con supervisión sanitaria, los problemas de salud de pacientes muy delicados”.
El transporte aéreo también ha tenido que adaptarse a la nueva situación sanitaria por Covid 19, ya que en muchas ocasiones hay que trasladar pacientes infectados por este virus. “Lo más complicado es la evacuación de pacientes infecciosos y/o con soportes vitales, ya que los equipos de protección individual, en un espacio tan reducido como la cabina del avión, dificultan la movilidad rápida ante situaciones emergentes”, añade.
Cuando Pablo habla del espacio reducido de la cabina sabe muy bien a lo que se refiere, ya que mide casi dos metros de altura y su complexión física es robusta. “Como soy muy corpulento, recuerdo que las turbulencias durante un vuelo Tenerife-Madrid provocaron que no parara de dar saltos en mi asiento contra la ventana y el techo del avión. Cuando aterrizamos en Sevilla para repostar, bajé del avión con mareos, náuseas y algunas contusiones en el brazo izquierdo, por lo que llegué a plantearme no continuar. Lógicamente fue algo que deseché enseguida ya que teníamos la responsabilidad de llegar cuanto antes a Madrid, donde el servicio de cirugía cardiovascular del hospital esperaba al paciente”.
Y es que la satisfacción que se siente al trasladar a un paciente delicado o grave y que cuando llega te da las gracias o abraza por haber llegado a su destino, son gestos que, según Pablo, te dan la fuerza para seguir ayudando a los que te necesitan.
La historia de Ana García, de 35 años, es bastante similar a la de Pablo. Enfermera desde hace tres años en el avión medicalizado del SUC, su trayectoria profesional ha estado siempre ligada al sector de las urgencias y emergencias tanto hospitalaria como extrahospitalaria en ambulancias de soporte vital avanzado del SUC.
Para Ana, trabajar como enfermera en el avión medicalizado del SUC es muy gratificante a pesar de que en muchas ocasiones tenga que enfrentarse a desafíos o situaciones adversas ya que el espacio de trabajo, además de ser muy limitado, es en el aire. “Trabajar en un espacio tan limitado como una cabina de avión y estar sujeto a turbulencias no siempre es sencillo y sobre todo cuando tenemos que hacer todo lo posible para que al paciente le afecte lo menos posible”.
A este respecto, para Ana la comunicación con el paciente es fundamental. “Muchas veces estar en el aire provoca situaciones de ansiedad que hay que controlar para que el traslado se desarrolle con éxito y el paciente se mantenga estable”.
Ana resalta que para realizar este trabajo es importante desarrollar algunas habilidades, aunque por encima de todo siempre está “mantener la calma y trabajar en equipo”.
A lo largo de estos tres años de trabajo en el avión medicalizado, han sido muchos los vuelos en los que las condiciones meteorológicas no han sido favorables. “Recuerdo una guardia en la que hicimos un vuelo Gran Canaria-Tenerife, Tenerife-Sevilla y Sevilla-Barcelona con turbulencias en varios momentos del trayecto que cuando llegué a casa tenía la sensación de seguir dando saltos, aunque estuviera en tierra”.
Entre los servicios complicados con final feliz, Ana recuerda el traslado de una niña con una situación clínica muy complicada y con mal pronóstico. “Durante el vuelo, que se nos hizo larguísimo, tanto el médico como yo fuimos con la sensación de tener un nudo en la garganta”. Dos meses después, Ana intervino en el traslado de regreso de esa niña al hospital de su isla ya recuperada y con la perspectiva de recibir pronto el alta médica y, como ella indica, “estas situaciones nos dejan una sensación satisfactoria al sentirnos parte del proceso de recuperación de la paciente y que la historia haya tenido un final feliz”.
Características del avión medicalizado
El avión medicalizado del SUC es un BEECHCRAFT, modelo SUPER KING AIR 200, con una autonomía de seis horas y media y una velocidad de crucero de 260 nudos (480 Km/h). Tiene capacidad para trasladar a tres pacientes, uno en camilla y dos sentados, además de los cuatro integrantes de la tripulación, es decir, comandante, segundo piloto, médico y enfermero tanto en vuelos tanto interinsulares como a la península.
En cuanto al equipamiento sanitario, la aeronave dispone de equipos de electromedicina como monitor de desfibrilador para atender a aquellos pacientes que sufran una parada cardiorrespiratoria, bombas de perfusión para suministrar determinada medicación de manera gradual y un respirador para dar ventilación asistida a pacientes con insuficiencia respiratoria.
El avión medicalizado del SUC también cuenta con material de inmovilización (colchón de vacío, camilla cuchara, férulas, etc.), sistema de oxigenoterapia, fungibles y la medicación necesaria para garantizar una asistencia avanzada similar a la de cualquier unidad de cuidados intensivos hospitalaria.
Además, para el traslado de los recién nacidos prematuros, el avión medicalizado del SUC tiene una incubadora, que permite su asistencia y tratamiento durante el vuelo, y un respirador pediátrico.