Noticias Tenerife La amenaza de trombas de agua y la subida del mar, es el Diagnóstico de Riesgos del Cambio Climático de Gran Canaria

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La amenaza de trombas de agua y la subida del mar, es el Diagnóstico de Riesgos del Cambio Climático de Gran Canaria

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La subida del nivel del mar 2 mm al año no se notará en los acantilados pero en las playas y costas más llanas puede suponer la pérdida de seis o siete metros.

Las infraestructuras en las costas, sean desaladoras o centrales eléctricas, tendrán que ser construidas a más altura, reforzadas para fenómenos adversos y funcionar con renovables.

La subida de casi 0,3 grados de la temperatura del mar por década afecta al clima, con riesgo de más Deltas, y la acidificación del agua con afección a los bancos de peces.

El Diagnóstico de Riesgos, Vulnerabilidades y Adaptación al Cambio Climático en Gran Canaria ha constatado la existencia de una amenaza severa por fuertes descargas de agua, una importante subida del nivel del mar y la necesidad de acometer medidas de adaptación por la también constatada vulnerabilidad de las infraestructuras ante estas circunstancias, ya que el Cabildo apuesta por conocer la realidad, tomar conciencia y medidas de precaución.

El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, presentó por ello las conclusiones preliminares de este estudio, el primero que realiza una institución en Canarias, y explicó que la iniciativa se enmarca en el Pacto de los Alcaldes con un coste de 94.000 euros, así como que fue presentado en 2017 a la Convocatoria de Ayudas de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica, que lo seleccionó entre 400 propuestas y le concedió una ayuda de 66.000 euros a los que la Institución insular sumó 28.000 euros.

El consejero responsable del Consejo Insular de la Energía, Raúl García Brink, explicó que el estudio, que ahora permitirá realizar uno para cada municipio, se dividió en dos subproyectos –sectores productivos y salud humana por un lado y por otro biodiversidad, energía y agua-, y que finalmente analizó siete aspectos: los riesgos climáticos, la resistencia de las infraestructuras, la reducción de los gases de efecto invernadero, la biodiversidad con especial atención a las especies invasoras, la biodiversidad desde el punto de vista de los fuegos forestales, la participación ciudadana y los sectores productivos.

Especialmente llamativa es la subida del mar en algo más de dos milímetros al año, lo que en cinco supone un centímetro en vertical, pero tierra adentro, en horizontal, conlleva mucho más, conlleva que el agua se adentre seis o siete metros en apenas un par de años, lo que implica perder metros de playas, trasladar las infraestructuras situadas en la costa, reforzarlas para que aguante fenómenos adversos como las trombas de agua y vientos, y además que estén cien por cien alimentadas de energías renovables.

El nivel del mar ha subido 17 centímetros desde 1927, muchísimo para un periodo inferior a un siglo, y solo en la última década la línea de costa ha retrocedido 13 centímetros, advierte.

Por otra parte, la temperatura del mar ha subido desde 1983 un grado, en torno a  0,3 grados por década, lo que supone un incremento importantísimo que afecta a los patrones del clima, contribuye a la generar nuevos episodios tormentosos como el Delta y repercute asimismo en la acidificación del agua, con importantes afecciones a la fauna marina.

Así, el estudio repasa los riesgos en cada aspecto estudiado, las vulnerabilidades que presenta Gran Canaria, nada desdeñables, y las medidas que a tomar para afrontar la situación, algunas de hecho ya en marcha, por lo que serán inventariadas ya en este nuevo escenario en el que se cuenta con este estudio.

Riesgo Climático

El Cabildo solicitó ayuda a la AEMET, que elaboró un catálogo sobre fenómenos climáticos en Gran Canaria para poder establecer medidas la protección de la ciudadanía y de infraestructuras más vitales. Este catálogo revela que los mayores riesgos lo presentan las precipitaciones extremas, las calimas, fuertes vientos, las olas de calor, oleajes extremos, el aumento de la temperatura del mar y el nivel del mar.

El problema de las precipitaciones es que son muy localizadas, lo que las hace más destructivas porque ni las infraestructuras ni la población están preparada, una vulnerabilidad que crea situaciones de riesgo extremo. Asimismo, los vientos alisios han reducido su frecuencia en los últimos 50 años y la entrada de polvo en el archipiélago procedente del Sahara se ha incrementado.

La primera propuesta ante esta situación ya está en marcha y es la suscripción de un convenio de colaboración del Cabildo y la AEMET para establecer un sistema más preciso de predicción de alertas y respuesta ante fenómenos adversos.

 

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