La Isla celebra este mes numerosos actos festivos en los que las chácaras y tambores conforman un binomio musical inseparable.
Curbelo celebra el éxito de participación en las fiestas, donde los jóvenes no dudan en sumarse al baile del tambor y al cante de los romances, algo en lo que ha influido la puesta en marcha del Aula Insular de Folclore.
El joven romancero y verseador, Eduardo Duque, considera que el sonido del tambor y las chácaras son la banda sonora por excelencia de la Isla.
El eco del sonido ancestral de las chácaras y tambores retumba en el más hondo sentir gomero. Su sonido vibrante y envolvente invita a todos a sumarse al baile del tambor y al cantar de los romances. Es época de celebraciones culturales, populares y religiosas, en las que estos ritmos prehispánicos acompañan a los santos patronos a lo largo de todo su recorrido procesional.
Durante siglos, las manos gomeras artesanas han confeccionado estos instrumentos que se han convertido en un binomio musical inseparable y siempre presente en toda celebración que se precie, ya sea religiosa o con tintes más populares. La Isla acoge durante todo el año numerosos actos festivos y religiosos en los que el sonido de las chácaras y tambores son los invitados que nunca faltan a estas citas, algo que en verano alcanza su mayor apogeo, pues son muchas las festividades que se celebran estos días.
Esta misma semana, Hermigua celebró sus fiestas en honor a Santo Domingo de Guzmán. Chipude acogió su día grande, el 15 de agosto, en homenaje a la Virgen de Candelaria y Arure se vistió de fruta engalanada con su Ramo en honor a la Virgen de La Salud y San Salvador. A lo largo de este mes también se sucederán las fiestas a Santa Rosa, en Agulo, así como las de la Virgen de Lourdes, en El Cedro y las de la Virgen del Buen Viaje, en Taguluche. Todo un mes en el que los gomeros se dan cita en torno a sus patronos, a los que les bailan al ritmo del tambor y las chácaras.
El presidente del Cabildo insular, Casimiro Curbelo, se muestra satisfecho con el éxito de participación que están teniendo estas fiestas, en las que jóvenes y mayores se animan a sumarse al toque del tambor y las chácaras. “Cada vez son más lo que quieren formar parte activa de las festividades y es algo que debemos valorar, pues ello conlleva a la recuperación y mantenimiento de nuestras tradiciones y nuestra cultura, que es al fin y al cabo lo que nos diferencia e identifica”, comenta orgulloso.
Indica que en este repunte de las tradiciones ha tenido mucho que ver la puesta en marcha del Aula Insular de Folclore, que desde hace más de cuatro años imparte formación para divulgar estos elementos patrimoniales de la Isla, ya que a su juicio, “el aprendizaje es garantía de supervivencia”. “Ha sido muy llamativo el entusiasmo que ha despertado esta formación en las nuevas generaciones, lo que nos asegura el mantenimiento de nuestras tradiciones y de nuestro sentir popular”, detalla.
Al respecto, agradece el entusiasmo y la pasión que vuelcan los monitores a la hora de transmitir estos conocimientos al alumnado y destaca entre otros, la intensa labor de divulgación y promoción del acervo cultural gomero que lleva a cabo Eduardo Duque, “un joven que es todo un ejemplo de nuestro sentir canario y en especial, de nuestras costumbres y tradiciones gomeras que allá donde va luce con orgullo el hecho de ser canario y gomero”.
Y es que Eduardo Duque se ha convertido en un defensor a ultranza de la cultura popular gomera de la que presume con cada una de sus palabras y expresiones. Estudió Historia del Arte pero se podría afirmar que posee un auténtico doctorado en el patrimonio artístico gomero. Se autodefine como romancero y verseador pero ante todo es un folclorista de los pies a la cabeza. Este joven de 28 años comenzó a interesarse por los romances desde niño, motivado por los cantares de su padre y desde entonces, su eterno amor ha sido el romancero gomero. “La décima y el tambor de La Gomera han sido las cosas más grandes que me ha regalado la vida”, comenta emocionado.
Para Duque, las chácaras y el tambor son la banda sonora de La Gomera. “Es la música que le pega al paisaje, a las fiestas y a cualquier contexto de reunión”, detalla. En este sentido, indica que los gomeros son muy afortunados “porque tenemos la suerte inmensa de contar con un folclore vivo que no necesita de grupos que lo mantengan, ni escenarios para sonar sino que emerge de la voz colectiva de la gente que lo siente suyo y lo manifiesta con naturalidad familiar”.
Se muestra en todo momento muy humilde e insiste en que él es un folclorista más que contribuye con honestidad a la poesía popular, por lo que agradece a jóvenes y mayores su implicación en la fiesta gomera, de la que asegura que es indispensable el toque de las chácaras y el tambor, elementos que a su juicio “imprimen un sentir tan hondo que hacen que La Gomera tenga una connotación más allá de la mera geografía”. “Es una forma de entender la vida y ello se entiende conforme se cuenta porque somos lo que decimos, en todo ese legado folclórico hay una sensibilidad e incluso una socarronería que nos define como pueblo”, aclara. “No se trata de una recreación artificiosa sino tiene que haber un sustrato más hondo”, añade.
Su razón de ser es vivir y transmitir la tradición. Por ello, no falta a las citas populares y religiosas más relevantes de la Isla. Cada cinco años se prepara para participar en las fiestas lustrales y acompañar a la Virgen de Guadalupe al ritmo de las chácaras y el tambor a lo largo de todo su recorrido marítimo y terrestre. Esta semana tampoco faltó a la festividad en honor de la Virgen de Candelaria, en Chipude, donde se atavió de sus inseparables chácaras para poner el ritmo que la ocasión requiere ni a la de Arure, donde desde bien temprano disfrutó engalanando el Ramo.
Explica que las fiestas de Nuestra Señora de la Candelaria son una de las pocas festividades religiosas insulares en las que no puede faltar la actuación de los poetas que entonan sus romances dedicados a la patrona, pero reconoce que este sentir del romancero debería cobrar vida en muchos actos más.
“Ruega por mí Candelaria, dame tu compaña diaria e intercede de Emisaria, con la Santa Trinitaria. Imploro a tu advocación, de Patrona de Canarias para superar enojos de una vida rutinaria”, así rezan algunos de los versos de uno de los romances de Antonio Luis de San Pedro que se entonaron estos días en Chipude. Este es tan sólo un ejemplo del amplio romancero con el que cuenta La Gomera y del que Eduardo Duque quiere sacar a relucir en cada una de las fiestas.
Su amor incansable por las tradiciones gomeras supondrá un soplo de aire fresco para las nuevas generaciones, de las que espera que sean garantía de supervivencia de la cultura popular de la Isla.