Unos de los problemas de seguridad a los que se enfrentan los usuarios de Internet a diario es encontrarse a través de las redes sociales (Facebook, Messenger, Twitter, WhatsApp, …) con personas mal intencionadas detrás de perfiles falsos, enviándoles cualquier mensaje amenazante utilizando un lenguaje intimidatorio. Es difícil de identificar un perfil falso porque existen diferentes tipos de perfiles asumiendo distintos tipos de acoso en la red, hay cuentas que aluden a la hombría (homófobos), cuentas dedicadas a insultar (Trolls, describe a una persona con identidad desconocida que publica mensajes ofensivos con la intención de confundir y ocasionar una respuesta emocional negativa en los usuarios), etc.
La intención del acosador es el ataque emocional hacia la supuesta víctima y, de esa manera, menoscabar la integridad de la persona acosada.
Por desgracia, esto favorece a la aparición de nuevas formas de acoso e intimidación que ponen en riesgo a todos los usuarios pudiendo ser víctimas de la violencia digital que se produce actualmente en Internet. Dicha forma de acoso o intimidación se conoce con el nombre de ciberacoso.
En ningún caso, debe considerarse acoso cuando se hace algún comentario desagradable más que otro debido a un enfado puntual.
Para que haya acoso, se tiene que dar de manera reiterada, por lo cual el ciberacosador contacta con las amistades de la supuesta víctima para obtener información sobre su vida personal con la intención de establecer contacto con ella y, de ese modo, poder denigrar e injuriar a través de comentarios ofensivos a la persona en cuestión. Por tanto, los mensajes hirientes no solamente hacen sentir mal a la persona acosada sino también dan una mala impresión sobre quien los envía.
Esto es, por una falta de empatía por parte del acosador porque pareciera que disfrutase haciendo daño y causando el sufrimiento de la supuesta víctima, debido a, la situación de indefensión por tener miedo a que su privacidad pueda ser invadida de algún modo por alguien que se comporta de manera hostil e intencionada con el propósito de hacer daño psicológicamente.
Cuando una persona es víctima de ciberacoso, lo conveniente es no responder a las provocaciones del acosador por muchas ganas que se tengan. La mejor respuesta ante el ciberacoso es ignorar sus provocaciones y no responder a sus mensajes. Y la manera más sencilla de hacerlo es bloqueando al perfil falso en cuestión en la red social donde esté teniendo lugar el acoso.
En caso de que se tengan pruebas fehacientes de quién es la persona que se encuentra detrás de perfiles con identidades falsas realizando cualquier tipo de acoso, habrá que recopilar todos los mensajes enviados, ya sean correos electrónicos, conversaciones de WhatsApp o mensajes publicados en redes sociales, evitando que, el acosador haga desaparecer las pruebas borrando los mensajes intimidatorios de insultos, odio y violencia hacia la supuesta víctima. También habrá que proceder a denunciar contenidos inapropiados de ciberacoso sufrido en Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, WhatsApp, etc.