El profesorado canario de todos los niveles educativos ha tenido una respuesta impecable y silenciosa ante las exigencias que ha supuesto la crisis del COVID-19, la suspensión de las clases presenciales y la declaración del estado de alarma el 14 de marzo.

Se ha volcado en la enseñanza a distancia online, un entorno completamente nuevo en muchos casos, sin que nadie se haya preocupado por sus carencias: de recursos, en algunos casos, de experiencia en esos nuevos entornos virtuales, en otros, en jornadas de trabajo interminables, o simplemente en su situación personal o familiar.

No debemos obviar que ha puesto a disposición de la Administración sus dispositivos privados y conexiones particulares a internet, lo que ha mejorado significativamente la respuesta educativa al problema planteado.

Entendemos que la oferta de cursos online relacionados con las nuevas tecnologías por parte de la Consejería de Educación, al menos en la enseñanza pública no universitaria, es de momento insuficiente y el aprendizaje de las nuevas herramientas azaroso.

Una regulación de urgencia ambigua y tardía con interpretaciones en ocasiones sin conexión con la realidad, cuando no de sentido común, por parte de responsables intermedios han tensionado innecesariamente al colectivo docente que no obstante ha hecho gala de su gran profesionalidad.

A muchos se les planteaba una inconciliable dualidad (comparable a la de otros colectivos): la de ejercer la docencia online y simultáneamente el papel de progenitores acompañando y supervisando las tareas de sus propias hijas e hijos.

Y eso en el mejor de los casos. No olvidemos que, al igual que el resto de la población, nuestras profesoras y profesores tienen también mayores a su cargo, menores de corta edad, múltiples necesidades logísticas derivadas de estas situaciones…

Según un estudio del Instituto Canario de Estadística (ISTAC) de 2018 (https://cutt.ly/ZtKVxvO), el 30,88% de los hogares canarios no disponía de ordenador y solo el 19,04% tenían dos ordenadores.

Estas cifras se desglosan así:

Por otro lado, y según la misma fuente, un 22,68% de las viviendas no tenía acceso a internet.

Mucho debe haber cambiado la situación en 2019 para que la denominada brecha digital, que no es otra que la cara tecnológica de la brecha social, haya disminuido de tal manera que el acceso a la educación en condiciones de equidad sea un objetivo viable en estas circunstancias.

No olvidemos los problemas de gestión que tienen las medidas de atención a la diversidad o de apoyo al alumnado de necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE).

Desde CCOO exigimos a la administración que publique cuanto antes los resultados de la consulta sobre necesidades tecnológicas del alumnado (https://cutt.ly/ctKVkZR) que ha realizado recientemente a las y los responsables de los centros, con el fin de obtener una información actualizada de esa realidad y ponga las herramientas informáticas y la conectividad necesaria a disposición del alumnado y profesorado que lo necesite.

Por otro lado, manifestamos nuestra preocupación sobre las medidas de seguridad a tomar y las condiciones sanitarias en las que se van a desarrollar las pruebas de la EBAU a principios de julio, sobre todo si se celebran de manera presencial y en soporte de papel.

¿En qué medidas se piensan para la protección del alumnado y del profesorado en esas circunstancias, así como en el caso de que el alumnado de la enseñanza no universitaria retome las clases antes del 30 de junio?

La comunidad educativa precisa de una vuelta a la normalidad, pero solo cuando puedan garantizarse las adecuadas condiciones sanitarias.

Por último, desde CCOO queremos manifestar nuestro agradecimiento público al profesorado de todos los niveles educativos desde Infantil hasta la Universidad por su esfuerzo, dedicación, capacidad de adaptación e imaginación.

Se merece también un gran aplauso por ese trabajo silencioso que con eficacia realiza en esta situación de dificultad.