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Yolanda

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Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, han sido los dos cantautores más reconocidos de la  Nueva Trova, un movimiento de música que surgió en Cuba durante la década de los años sesenta del siglo pasado, que tuvo sus raíces artísticas en la trova tradicional de la isla caribeña, con la especificidad, por lo menos en un primer momento, de caracterizarse por su componente combativo y eminentemente político, aunque con el paso del tiempo, fue convirtiéndose en una aportación exquisita de música de calidad con mucho sentimiento.

La canción “Unicornio azul”, de gran belleza poética y estilística la escribió Silvio Rodríguez, recordando a su amigo salvadoreño Roque Dalton, que era un poeta salvadoreño revolucionario de la época. Quizás su más conocida y escuchada melodía.

Pablo Milanés, también tiene una balada que lo identifica sobremanera, es emblemática, se llama “Yolanda”, compuesta en 1970 en honor y dedicatoria a su pareja que acababa de dar a luz a su hija. Se dice y puedo confirmarlo personalmente, porque he tenido la suerte de vivirlo in situ, que es una canción que el público en sus conciertos, la cantaba de principio a fin y el se daba el gusto y además el lujo de quedarse callado, escuchando lo que en su día escribió con mucho amor. La letra de la canción, por su hermosura, vale la pena transcribirla literalmente en prosa:

“Esto no puede ser no más que una canción. Quisiera fuera una declaración de amor. Romántica sin reparar en formas tales. Que ponga un freno a lo que siento ahora a raudales. Te amo. Te amo (Eternamente, te amo)

Si me faltaras no voy a morirme. Si he de morir quiero que sea contigo. Mi soledad se siente acompañada. Por eso a veces sé que necesito. Tu mano. Tu mano (Eternamente, tu mano)

Cuando te vi sabía que era cierto.  Este temor de hallarme descubierto. Tú me desnudas con siete razones. Me abres el pecho siempre que me colmas. De amores. De amores (Eternamente de amores)

Si alguna vez me siento derrotado. Renuncio a ver el sol cada mañana. Rezando el credo que me has enseñado. Miro a tu cara y digo en la ventana. Yolanda. Yolanda (Eternamente, Yolanda)

Yolanda. Eternamente. Yolanda. Eternamente. Yolanda

Después de lo expresado anteriormente, quisiera pedir perdón a los lectores, por la brusquedad que pueda suponer atreverme a mencionar a Yolanda, la vicepresidenta del Gobierno de España, por la distancia sideral, que hay entre la poesía del cantautor cubano y la inefable política española, ejemplo eminente de demagogia, populismo o vaciedad.

Creadora de un conglomerado partidista, que no partido político, donde se han sumado, es un decir, porque desde el principio lo que ha predominado es la resta, extremismos ideológicos, territoriales y especialmente apegos personales, quitando de en medio a lo que no gusta, disgusta o repele, sobre todo, si tiene algún tinte morado.

Desde un posicionamiento elitista, como fiel reflejo de la nueva casta española, impone y no propone. Exige, pero no cede ni concede. Lo más que le gusta es aparentar como una ejemplar persona conciliadora, que es capaz de reunirse con todo el mundo, para después, poner tales condiciones que hacen imposible el encuentro cuando no le interesa y así tener la disculpa perfecta para afrontar pactos con sus adláteres, que para eso reciben sus buenas y sustanciosas ayudas o subvenciones. Es la perfecta imagen del régimen político que tenemos en este país, pura simpleza. En el baturrillo de su cabeza, no le cabe pensar sobre el sueldo, prebendas y demás entradas económicas de los políticos, porque se merecería una buena pensada en España. Oscar Izquierdo

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