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Se Acabó el Año

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Para lo bueno, porque siempre hay cuestiones a celebrar, cosas bien hechas, acontecimientos irrepetibles, vencimientos, especialmente personales, también, en las distintas esferas vivenciales, como en el entorno profesional. Sin duda, llegados los últimos días, siempre hay que darle gracias a Dios, por haberlos vividos, disfrutándolos.

También, de alguna manera, tomando esta expresión del mundo del cine, nos hemos enfrentado al lado oscuro, a lo escabroso, malo, a las contrariedades, más frecuentes de lo que cada uno quisiera, incluso algunas muy amargas, es claramente lo que podemos denominar con total acierto, la pelea por la supervivencia.

Dejamos atrás lo sucedido, ya es historia, pero algunos asuntos seguirán latentes esperando respuestas o soluciones. Problemas a los que tendremos que seguir enfrentándolos como jabatos, es decir, con valentía, osadía y atrevimiento, para ganarlos definitivamente o por lo menos, conseguir amortiguar sus nefastas implicaciones.

Nunca amilanarse, alejando acullá el desaliento. No dejar que entre el desánimo por ningún resquicio, cerrando, a cal y canto, todas las puertas o ventanas a la desmoralización, porque sólo los que quieren se dejan abatir. Aunque hay casos concretos, cada vez más, que necesitan o necesitamos, porque somos humanos, el apoyo del amigo, del que siempre está cuando se le precisa, el que se presenta en el momento oportuno, cual providencia.

Un resumen perfecto, de lo que queremos transmitir, es lo que dijo el novelista británico, de origen polaco, Joseph Conrad, “enfrentarse, siempre enfrentarse, es el modo de resolver el problema. ¡Enfrentarse a él!

Dentro de una semana y por mor del calendario, estrenaremos un nuevo año, aparte de los típicos propósitos de comenzar algún régimen de adelgazamiento, dejar de fumar e inscribirse en un gimnasio, que son anecdóticos, pero que, seguro que conocemos a alguien, más o menos cercano, que reiteradamente se los propone de forma invariable, una y mil veces, nos aventuramos al futuro, que es sinónimo de espera, diríamos más bien, de esperanza.

Aquí también, hay que posicionarse de manera positiva, modernamente se denomina proactiva, ya que hay que pensar, hablar y obrar, con espíritu y actitud de victoria. No se puede salir a jugar un partido con la intención de perderlo, eso se llama fracaso anticipado.

Tenemos que imponer en el conjunto social, sí, implantar, la obligación de la búsqueda constante e incansable, del éxito, triunfo y del honor. Claro está, que eso lleva implícito, el esfuerzo, entendido en su acepción oficial, como el empleo enérgico del vigor o actividad del ánimo, para conseguir algo, venciendo las dificultades, que se vayan encontrando en el caminar de la realidad objetiva.

Como hicimos más arriba, cual sumario, cuando terminamos de hablar del pasado, imitamos lo dicho, pero ahora refiriéndonos a lo venidero, con una frase de Víctor Hugo, novelista francés, “el futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad”.

Ahora toca afrontar, el ser presente, el tiempo que es aquel en que se está. Ahí sumamos lo que cargamos de atrás, con las incertidumbres de lo que viene. Lo mas importante, es que es nuestro, de cada uno, somos propietarios absolutos de nuestro hoy y lo aprovechamos según se quiera, ojalá que sea de manera provechosa, de lo contrario empobrece al conjunto, como un virus maligno y contagioso. Disgusta ver a personas que lo dilapidan en bagatelas, demasiado ocupados en estropear el valor categórico que tiene.

El escritor español, Gonzalo Torrente Ballester lo definió muy bien, “ni el pasado existe ni el futuro. Todo es presente”. Es lo que tenemos en nuestras manos, controlable, imprescindible para crecer, aprovechémoslo. Oscar Izquierdo

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