Este mes suele ser por excelencia el dedicado a tomar, con razón y saludablemente, unos días de descanso. Es el asueto para recuperar fuerzas, ánimo, ideas o proyectos a realizar en la segunda parte del año, cuando comience en septiembre el nuevo curso, no sólo escolar, sino en todas las actividades profesionales.
Las vacaciones son un derecho y también un deber personal y familiar que hay que tomárselo muy en serio, porque son días propicios para desconectar de la rutina diaria, bastante agobiante, bajar el ritmo, pensar, convivir, reposar o dialogar y, como se dice siempre popularmente, cargar pilas, aunque en el mundo digitalizado en el que vivimos habría que decir colmar la batería.
Pero cuidado, porque es un mes muy traicionero, sobre todo para el maquiavelismo en la actividad política, ya que los gobiernos apurados o embarcados en tremendas contradicciones se aprovechan de la generalizada distracción ciudadana para introducir, llamémosle benignamente, distorsiones, muchas de las cuales son de vital importancia y que se dejan para estas fechas, con el fin de inyectarlas solapadamente, es decir, con cautela o ficción, encubriendo o disimulando algo a también a alguien.
Ahí tenemos el caso de la problemática, por lo menos rara hasta que no se demuestre lo contrario, que rodea a la mujer del presidente del Gobierno de España, ya famosísima y que si continúa en la cumbre de la notoriedad, puede hacerle sombra al mismísimo “César” gobernante y cuidado, que entonces es cuando puede empezar a tener los verdaderos disgustos, porque nadie puede osar atreverse a quitarle protagonismo al conocido también como “Pedro el veraz”, por no utilizar el antónimo de esta palabra, que parece más acertado. Los dos están envueltos en territorio judicial del pin pan pum de que si me atacas yo te respondo. Ya se verá cómo terminará todo este entuerto, pero conociendo los antecedentes de país, como gusta decir ahora a los políticos, parece ser que todo saldrá a buen sabor de boca.
La cuestión catalana, hace ya bastante tiempo, calienta el ambiente tanto en verano como en invierno, es una repetición cíclica, redundante en sus planteamientos maximalistas pasados, cuestionables desde la más estricta revisión historiográfica, que encima están arropados por una clase dirigente mediocre y ventajista, aprovechadora de un gobierno de España flojo, en Canarias diríamos fofo, que los necesita para la gobernanza estatal y sobre todo para mantenerse en el poder, máxima intrínsecamente irrenunciable del sanchismo y no de la histórica socialdemocracia del partido gobernante. Después lo venden sus conspicuos adláteres como la resiliencia del líder, jactándose de ello, como si fuera un campeón olímpico, sin ganar una medalla de oro, aunque si hace falta se inventa una para que salga en la foto de París.
La formación de un nuevo gobierno autonómico, liderado por un socialista, arropado por los independentistas, viene a devolver a Cataluña lo que pasa en Madrid, así todos contentos, poltronas seguras y privilegios bastante cuestionables desde un punto de vista constitucional, que incluso son criticados desde barones territoriales del PSOE, que por cierto, quedan muy bien haciendo declaraciones de quejas rimbombantes, que no pasan de ser una puesta en escena torpe para justificarse delante de su electorado más cercano.
Lo más probable es que todo saldrá según el guion establecido de antemano, pergeñado hasta el milímetro, siguiendo adelante pasada esta pequeña tempestad veraniega, para continuar en el poder, tanto en Cataluña como en Madrid. Cuidado, que de aquí a final del mes de agosto puede surgir alguna sorpresa más que sea venenosa y no la típica “serpiente de verano” informativa anual. Atentos, que son días propicios. Óscar Izquierdo