En Tenerife, estamos, como siempre, en el permanente debate, perdedor de tiempo, trabajo y energías, sobre las colas, atascos o carreteras. De ahí no se pasa, se habla mucho, más de la cuenta, en cambio, no se hace casi nada. Tenemos una isla sobradamente planificada y como paradoja, pobremente ejecutada. Invariablemente, se anuncia lo que se va a emprender en un futuro, que se ve, más a largo plazo, que cercano. No es precisamente, lo que demanda y necesita la isla, hay que cambiar el orden preferencial, a saber, realizar más, teniendo la boquita más cerrada, porque así, ni entran moscas, ni se dicen desatinos.
La solución, a una isla atorada, para entendernos, taponada, detenida y obstaculizada, la sabemos desde hace muchos años, es sencilla de explicar y sobre todo, fácil de entender. Para acabar con la desvertebración insular, es decir, el colapso circulatorio y tener una movilidad rápida, cierta, sustentable, hay que ejecutar, indefectiblemente, las obras públicas de carreteras, básicas, estructurales, que llevan retrasos de varias décadas, porque todo lo demás son remiendos, que sirven para ayudar, pero que, en muchos casos, llevan a la frustración, unido al enfado generalizado.
Llevamos mucho tiempo hablando del cierre del Anillo Insular, por la zona Sur, la obra se está cumpliendo, ahora falta cerrar por el Norte, desde San Juan de La Rambla a Icod de los Vinos, que se podría licitar más rápido de las pegas que se están poniendo, que huelen a que se buscan, más que a solucionarlas. La problemática está en la Zona Metropolitana, porque si no se pone manos a la obra, la isla se quedará en una red viaria en forma de herradura, nunca en un círculo. El gozo en un pozo. La Vía Exterior y la Variante a La Laguna, son dos alternativas, que más pronto o tarde, tendrán que ser una realidad, por más que haya personas, intereses o vaya usted a saber lo que hay detrás o delante, que la obstaculicen. No se excluyen, sino que se complementan imperiosamente. Son vitales, de suma importancia o trascendencia
La Rambla de La Laguna, es decir, el soterramiento de la TF-5, a su paso por la Ciudad Patrimonio de la Humanidad, desde Los Rodeos, hasta el Puente de la Universidad, en Las Chumberas, que podríamos definir, popularmente, como esa calle ancha, con árboles, equipamiento comunitario completo, generalmente con andén central, tiene que ser la obra emblemática de la Ciudad de Los Adelantados. Es ilusionante, holgadamente ambiciosa, esperanzadora. Lleva implícita, anhelo, confianza y seguridad.
Radica en llevar debajo de la superficie la trayectoria circulatoria actual, aliviando, sin ocupar más terreno, el tráfico que viene o va hacia el Norte, aprovechando para conectar directamente hacia el Sur, aprovechando entonces la superficie, para hacer esa avenida, para el disfrute y solaz de las personas y no sólo para los vehículos, que irán por debajo, al estilo de lo ejecutado en Tres de Mayo, en Santa Cruz.
Tenerife, merece incluso más, porque ha estado abandonada y olvidada, la historia dictaminará si adrede o por otras causas subrepticias. Ahora es el momento de recompensarla, con una obra pública, incontestable, porque no tiene ningún reparo creíble, ya que todo son bondades, aportando beneficios societarios generales, teniendo igualmente todos los parabienes ambientalistas.
Se trata esencialmente, como efecto colateral positivo, que no es poco, sino lo máximo a lo que tenemos que aspirar, de fusionar territorialmente la Ciudad de La Laguna, volviendo a meter nuestra querida Universidad en el tramo urbano, así como también, la zona comercial. No sólo debe ser una aspiración local, tiene que convertirse en una pretensión insular y en una prioridad autonómica. Oscar Izquierdo