Les cuento un sucedido, bastante gráfico y elocuente, sobre la movilidad viaria en nuestra isla. Tengo la autorización expresa de los implicados, precisamente me lo comentaron, para que les diera voz, haciéndolo público.
Lo agradezco mucho, porque demuestra, la empatía de la inmensa mayoría de los ciudadanos, con lo que venimos defendiendo, luchando y exigiendo, desde hace cuatro décadas, es decir, contar con las infraestructuras básicas o estructurales en carreteras, aeroportuarias, hidráulicas, equipamiento comunitario, que Tenerife demanda y necesita.
El domingo pasado, me encontraba en el Puertito de Güímar, lugar bonito, entrañable donde los haya, en la zona denominada “Las Cañitas”. Se me acercó una pareja de jóvenes, Angélica, 26 años, hija de emigrantes canarios a Venezuela y Francisco, 31 años, oriundo de Tacoronte, que viven en la zona, en la parte vieja, desde hace unos dos años, en un piso de alquiler, de pocos metros, por cierto, con un precio disparatado. Me preguntaron si era el presidente de FEPECO, porque me habían visto y querían comentarme su situación peculiar.
Nos sentamos y charlamos amenamente. Los dos son universitarios, él tiene un trabajo a jornada completa, con horarios complicados y ella a media jornada. Tienen un coche, un utilitario, no pueden permitirse comprar otro. El joven trabaja en Santa Cruz de Tenerife y ella tiene que trasladarse en guagua a La Laguna todos los días. Aquí es donde empieza el calvario, que de esta manera u otra similar, padecen miles de ciudadanos en Tenerife, todos los días laborales y cuando no sucede un accidente o cualquier otro inconveniente.
Para coger el transporte público y siendo previsora, sale de su casa a las 7,30h. para esperar la guagua número 120, que llega unos 10 minutos después. De allí, sale en dirección a Candelaria, donde hay una parada en la Plaza de Teror, este trayecto dura unos 14 minutos, a continuación, dirección a Santa Cruz de Tenerife, donde llega a la Terminal después de 27 minutos de recorrido. Espera unos 8 minutos de promedio, para subirse a la guagua número 015 y dirigirse a la Terminal de la Ciudad de los Adelantados, donde llega 20 minutos después. Allí se sube al tranvía, para llegar más rápido a su lugar de trabajo, que tarda 6 minutos. Por fin, arriba a su destino laboral a los 8,54 minutos, es decir, una hora veinticinco minutos, ha tenido que invertir, para trasladarse del Puertito de Güímar a la Laguna, utilizando el transporte público, en una distancia de 28,8 Km., que en coche se hace en 30 minutos. Y no hay que olvidar, que después de cuatro horas de trabajo, hay que hacer el itinerario de vuelta, lo que significa, perder tres horas al día, montada en la guagua, en cambio, en coche, tardaría sólo una hora.
La escrupulosidad de lo comentado es tan real, sangrante y rabiosa, que se la sabe de memoria, porque sufre esta tesitura todos los días. Están pendientes de alguna feria de coches de alquiler, que suelen hacerse para venderlos o del Expolsaldo, porque, aunque no cuentan con recursos económicos suficientes, van a intentar hacer el sacrificio de comprarse un coche de segunda mano, para paliar la pérdida de tiempo y sobre todo, el malestar psicosomático que le repercute, negativamente, en su vida familiar o social.
Terminaron pidiéndome que dijera y lo hago, que los políticos y técnicos, se bajen de los confortables coches oficiales y vayan en guagua. Así aprenderán a ser prudentes, cuando dicen que hay que concienciar a la ciudadana para que utilice el transporte público. He cumplido con lo que les prometí. Oscar Izquierdo.