Seguro que el título del artículo va a chirriar a más de uno, sobre todo, a los puristas ecologistas, a los noistas empedernidos, las medioambientalistas sandías (rojos por dentro y verde por fuera) y a cuantos, bajo el epígrafe de progresistas, se han adueñado, sin legitimidad democrática alguna, sino a dedo o autocomplaciéndose, de la defensa del medio ambiente.
Es verdad que la combinación territorio-construcción es compleja, pero no ahora, sino desde el comienzo de la humanidad.
Lo que sucede actualmente, es que todo lo relacionado con el clima y demás sucedáneos, está dentro del globalismo o pensamiento único, que se quiere imponer a la población mundial, a fuerza de la propaganda, subvenciones, demagogia o folklorismo mediático, porque hay que recalcar, que no es una cuestión endógena de Canarias, sino una estrategia, bien pergeñada a nivel global.
El sector de la construcción, que principalmente es y facilita, sin duda alguna, la vida ciudadana, está desde hace años en un proceso franco de modernización, aclimatación a los nuevos tiempos y exigencias irrenunciables en cuanto a la defensa del territorio. Una simbiosis que hay que seguir trabajando, aumentando y aplicando sobre el terreno.
La construcción industrializada, que incluyendo la eficiencia energética, accesibilidad universal, digitalización, cumplimiento estricto del Código Técnico de la Edificación, es una realidad que se está imponiendo y donde contamos aquí con empresas especializadas, de total solvencia profesional, que están imponiendo un nuevo estilo, aceptado muy favorablemente por la ciudadanía.
Por ejemplo, en la isla de La Palma, ya estamos iniciando la puesta en marcha de este tipo especifico constructivo, con resultados satisfactorios para el sector, el cliente y el medio ambiente.
La Unión Europea apuesta, a través de la Agenda Verde, por un plan integral de regeneración urbana. Para decirlo más llanamente, se trata de construir sobre lo construido, que significa, reforma, rehabilitación, conservación y mantenimiento, a fin de cuentas, pura economía circular. Hay que impulsar o modernizar la renovación de los edificios.
El parque inmobiliario que tenemos es antiguo y cambia muy lentamente, hay que apretar el acelerador, para profundizar en una mejora plena del mismo. Un dato significativo es que el 85% vigente del parque inmobiliario de Europa, se ha construido antes del 2001 y en Canarias, los datos todavía empeoran de manera significativa. Los edificios o casas unifamiliares existentes, en su inmensa mayoría, no cuentan con la correspondiente eficiencia energética requerida.
Hay un dato a poner de manifiesto, por el cambio cultural o antropológico que se ha producido como consecuencia de la COVID-19 y el confinamiento, a saber, hemos empezado a apreciar, en su justa medida, lo que significa una vivienda, un hogar, un lugar de protección y convivencia familiar.
Esto ha provocado una mayor exigencia para el sector de la construcción, por parte de una demanda rigurosa, que quiere mayor confort, un aumento del nivel energético, así como más recursos de bienestar, comodidad, desahogo y holgura.
Por lo tanto, la construcción rejuvenecida es una oportunidad, más que un escollo, para la defensa del territorio y del medio ambiente.
Remozar las edificaciones, con adaptabilidad máxima, es imperativo en una sociedad severamente más ecológica y fuera de dudas, más digital y todo se puede hacer con una fusión o sincretismo, que fuerce una recuperación económica dentro de un inaplazable desarrollo sostenible.
Para conseguir los objetivos de la Agenda 2030, irrenunciables en sí mismos, pero discrepantes a la hora de su puesta en práctica, tiene primero que haber acuerdos, consensos, diálogo y cesiones, de lo contrario, sólo se impondrían por la fuerza, lo que sería un verdadero fracaso. Es posible la coincidencia, desde la diferencia, cuando se está dispuesto a asentir. Oscar Izquierdo, Presidente de FEPECO