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Arterioesclerosis viaria

Por Óscar Izquierdo

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Por Óscar Izquierdo | Otra vez escribir sobre las colas en nuestras decrépitas carreteras puede parecer una matraca sin sentido, pero en cambio, es una actualidad sufriente que precisa seguir mentándose, sin cansancio alguno, porque nos incide de tal manera en nuestra vivencia cotidiana, que estamos afectados plenamente, causándonos daños personales, económicos y sociales.

Ante la falta de respuestas concretas, factibles y temporalmente ejecutivas por parte de los gestores públicos, que hablan mucho, pero hacen poco, para que dé una vez por todas curen esta enfermedad endémica que podríamos llamarla “arterioesclerosis viaria”´, recordando que en medicina esta afección es una enfermedad donde se acumulan placas de grasa, colesterol y otras sustancias en las paredes de las arterias, lo que las endurece y estrecha, pudiendo dificultar o impedir el flujo de sangre a las partes del cuerpo que las arterias abastecen, lo que nos puede servir perfectamente de símil, por la peligrosidad que tiene este padecimiento en la persona que lo sufre y el daño tremebundo que está haciendo en nuestra sociedad los atascos permanentes.

Tenemos la obligación de mantener en vilo este asunto, por un lado, para que no se olvide y por otro, para que los políticos incapaces, sientan el apremio sobre las responsabilidades que asumieron libremente. No podemos seguir igual y que no pase nada. Si no saben o son mediocres para solucionar este problema, pues que se vayan, ya está bien de esperar estoicamente con una paciencia infinita, la indolencia de los que tienen la obligación de ser rápidos gestores de la gobernanza de la cosa pública. Es hora, muy pasada, por cierto, de tomar medidas drásticas que propicien contar con las infraestructuras viarias que la isla requiere imperiosamente. Que se olviden de los supersónicos planes de movilidad que nos presentan cada cierto tiempo, cada cual, con una ocurrencia más estrambótica, porque sólo son espejismos, puede ser que bien intencionados, pero que son imposibles de ponerlos en práctica, ahí radica su torpeza, porque falta lo más básico y estructural, que son las carreteras sobre las que hay que implementar dichos propósitos viarios.

Tenerife lleva un retraso de más de tres décadas en la ejecución de obra pública viaria, mientras en las demás islas del Archipiélago se han cumplido, a rajatabla, las previsiones establecidas en los distintos Convenios de Carreteras firmados entre el Gobierno Central con el Canario, en tiempo y forma con la normalidad que debe existir, mientras aquí todo se ha quedado en vergonzosas ruedas de prensa, presentaciones de hermosas infografías, publicidad, más la correspondiente propaganda engañosa por doquier, puestas de alguna que otra primera piedra donde no se continuaba después con nada, egocentrismos buscando pasar a la historia y demás zarandajas, que han dejado una caótica situación circulatoria.

Aunque pueda parecer una exageración, que no lo es, porque ya se produce con mucha frecuencia, pero especialmente en algún día donde se produzca alguna incidencia en nuestras autovías, es fácilmente factible pasar más tiempo dentro del coche, parado sobre el asfalto, que lo que puedas vivir en tu casa en dicha jornada. La TF-1 en el Sur y la TF-5 en el Norte están agotadas, suficientemente amortizadas después de más de tres décadas sin ampliación alguna, sólo con algún lavado de cara en el pavimento, por la peligrosidad del deterioro acumulado con los años.

Estamos a mediados de la Legislatura y seguimos igual que al comienzo, lo que significa que no se ha producido un avance real y concreto. Seguimos esperando por los proyectos, los cuales siempre tienen alguna dificultad insoslayable que los hacen inviables. Tenerife sobrevive permanentemente en la UCI, Unidad de Cuidados Intensivos.

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