Noticias Tenerife Mitos y verdades sobre las psicoterapias IV

Mitos y verdades sobre las psicoterapias IV

A diferencia del trabajo, tema sobre el cual escribí en el artículo anterior, el desarrollo es muy diferente. Es lo particular, lo artesanal y lo singular del trabajo.

Sucede que una vez inmersos en la labor terapéutica, nuestro rol debe ir modificándose según lo requiera la sesión. El profesional debe tener esa flexibilidad para cambiar de ropajes a medida que la situación lo vaya requiriendo. Somos psicoterapeutas en un momento, pero en otro trocamos a consejeros, y en otro podremos ser simplemente filósofos, o tal vez paternalistas. Estos son solo ejemplos de cuán dinámico es nuestro rol.

Lo importante, y que no podemos perder de vista, es que una vez que aceptamos tomar alguien en consulta, desde ese momento pasamos a ser lo más cercano a un tutor, que estamos a disposición de este para lo que nos requiera. Estas situaciones no son algo que sucedan siempre, pero si sucedieran, debemos estar. Recuerdo haber hecho de soporte emocional por Messenger de uno de mis consultantes, y si bien en este caso era en horarios normales, si hubiera sido en horarios poco tradicionales, igual lo hubiera atendido. Una sola vez recibí alguien que estaba muy mal anímicamente, y lo hice con gusto.

Todas estas situaciones son parte del desarrollo.

Lo es también el cómo llevamos cada sesión. Si bien hay cuestiones que pueden repetirse, son solo de formas. El contenido varía cada vez.

El hecho que en una sesión hayamos terminado en un tema, no quiere decir que en la próxima vaya a ser retomado, pues sucede que es tal la diversidad del material que surge, que nos lleva la mayoría de las veces a tener que hacer un alto, retroceder y retomar un aspecto que, según nuestro criterio, no fue debidamente analizado.

Hay cuestiones que van tomando forma, al igual que un puzzle, con el pasar de los encuentros. Son pequeñas piezas, en este caso datos, que por si solos pueden no querer decir nada, pero que, merced a la buena memoria que el profesional debe tener, se van acumulando hasta que llegue el momento en que tomen una forma determinada, o sea en nuestro caso, una idea, concepto o pauta de alguna clase.

Parte del desarrollo de una terapia puede incluir tener que convocar, de manera temporaria, a algún familiar o amigo para que comparta la sesión, como una manera de poder integrar otros conceptos, ideas o pensamientos, y así ofrecer al consultante una mirada más sobre la realidad.

En cuanto a la dinámica de una sesión, como lo exprese anteriormente, depende del estilo y la corriente teórica sobre la cual se apoye el terapeuta. Depende de las características del consultante, es el profesional que elegirá.

Pero además de todo, depende del timing que manejemos en las sesiones. Quien viene a una sesión, y decide embarcarse en un tratamiento, tiene que venir aceptando que el proceso puede ser corto o largo, dependiendo de la problemática, pero sobre todo de cuanto coopera el consultante en las sesiones y fuera de estas. Como hay una semana de separación entre consultas, se les pide que pongan en práctica ejercicios, o que reflexionen sobre lo conversado, o que simplemente procuren seleccionar aquellas cosas sobre las cuales no están de acuerdo, cosa de poder verlas en el próximo encuentro. Pero, si el consultante sale de la sesión, y borra de su mente todo lo que conversó, y cuando vuelve la siguiente semana no tiene nada elaborado, es lógico que el tratamiento se prolongue en el tiempo, y las sesiones pueden ser más tediosas. Por eso los profesionales tenemos que tener siempre algo preparado para evitar estas lagunas.

Las mesetas son otras situaciones que pueden hacer perder el dinamismo de una sesión, pues son esos espacios de la terapia en donde no pasa absolutamente nada, en donde el consultante no produce nada nuevo y lo elaborado anteriormente está agotado.

Para salvar estas situaciones es conveniente estar siempre preparado con distintas herramientas que permitan incluir una diferencia en lo ya trabajado. Son recursos infalibles para salir del atasco.

Otras veces un recurso útil es hacer más cortas las sesiones, para que el ambiente si es aburrido, no lo sea más intentando encontrar atajos al problema. Hay que saber en qué momento se debe suspender una sesión cuando es improductiva. Después de todo, a los psicoterapeutas puede un día fallarnos la inventiva, o estar desconcertados y no poder encontrar una salida al problema. Lo cual es seguro, que una vez terminada la sesión tediosa, con tranquilidad encontraremos el camino adecuado.

Aquí concluye los aspectos más generales de lo que es un proceso terapéutico. El resto es experimentarlo uno mismo. Igualmente si tienen alguna consulta o duda al respecto mi correo es [email protected]

Lic. Horacio Serfilippo

- Publicidad -spot_img

Articulos anteriores